Sé que estaréis pensando que sólo se escribir sobre las cosas que me pasan en el bus. No es cierto (¡espero!), lo que pasa es que es un filón tan grande, que se expande en mi mente. Además, lo que me pasó ayer por la mañana tengo que compartirlo, bajo riesgo de que se pudra en mi interior...
A estas alturas ya sabéis que yo cojo el bus por la mañana, muy de mañana, cuando aún no están puestas ni las calles. Todo el mundo, menos la señora, vamos en un estado de duermevela. No creáis que las paradas del autobús están siempre en el mismo sitio para facilitarle la vida a los conductores, no: las dejan fijas para que nuestra mente inconsciente nos lleve cada día a ellas sin necesidad de abrir los ojos. Pues bien, la tribu de zombis podemos soportar, auriculares mediantes, a personajes como la señora, pero para lo que no estamos preparados es para los puñetazos en el olfato.
Los olores. ¿Os imagináis algo peor que lo siguiente?: un día que consigues embutirte en un asiento vacío (¡oh, milagro!), en ese estado zomboidal, sin rastro de la señora, dispuesta a disfrutar de un orgasmo musical, y piensas por favor, que no se siente nadie a mi lado (tengo ese punto autista y ermitaño, ¿qué le vamos a hacer?), dejas con disimulo la chaqueta, la bufanda, el bolso y la bolsa de la comida en el asiento contiguo, mientras cierras los ojos, que sólo te falta silbar disimuladamente (fififiufiu... yopasabaporaquí), y de repente te tocan el hombro: ¿Te importa? Pues sí que me importa, pero vamos... que cojo chaqueta, bufanda, bolso y bolsa de la comida, lo coloco todo en construcción piramidal, entre las rodillas y la barbilla. Se sienta y... ¡paf! Bofetada en la nariz... ¡¡por favorrrrrrr!! Un aroma mezcla de carajillo, tabaco, roña y mala hostia. Jooorrrllll, ¡increíble! ¡Es Mister Pig! ¿Y este tío me ha tocado el hombro? ¡Puajjjj! Y me pego al cristal, giro la cara casi como la niña del exorcista, y veo un letrero de una tienda que reza: "La cara amable"... ¿La cara amable? ¡Y una mierda! Ahora mismo le sacaría los ojos a este tío con un vaciador de melón...
De repente me vuelvo muy delgada, muy delgada. Me pego tanto al cristal que parezco la pegatina de 'Salida de Socorro'. Eso quisiera yo ahora: una salida de socorro. Ni así. Su "sutil" aroma se mete por mis fosas nasales y me revuelve el estómago (que tengo vacío)... Uy, sí que hace frío hoy aquí, digo mientras cojo la bufanda y me la enrollo con tres vueltas tapándome la nariz (Eso por no decirle so cerdo, en Occidente tenemos agua corriente. Si pruebas a abrir el grifo de tu casa, sale un líquido que no hace daño. Y existen unas cosas llamadas desodorante, champú, colonia... que si no eres muy tiquismiquis y no te importa el aroma a pachuli, hasta las puedes comprar en los chinos por un euro. ¡¡Que seguro que eso huele mejor que tú!! ¡¡Lávate so guarroooo!!). Me sonríe, mostrando sus putrefactos y amarillos dientes... ¡Ay, no! ¡¡Cierra la bocaaaa!!
Total, que me digo, bueno Yolanda, venga, utiliza tus conocimientos de psicología: respira hondo... ¡¡nooo!! ¡¡es mucho peor!!, ¡me ha llegado la peste al colodrillo! Vale, va, técnicas de distracción... Ni distracción ni hostias. Con la bufanda, me asfixio. Sin la bufanda, me asfixio. Posibilidad de cambiarme de asiento, no hay. Y lo voy mirando de reojillo: el tío ha cerrado los ojos... ¿¿no será que se ha muerto y por eso huele a cadáver??
Y en aras de no tener una crisis de ansiedad, mi cerebro se pone frenético. Y me vienen a la cabeza una serie de pensamientos que no ayudan nada, del tipo:
- ¿te imaginas tener a este tío de pareja? que para darle un beso primero tienes que llamar a la brigada de desinfección nuclear... y ¿cómo tiene que tenerrr... lo de... ? aaaayyyy... eccccsssss.....
- todos los días me siento en este autobús, y apoyo mi cabeza, ¡mi pelo!, en un reposacabezas por el que han pasado cientos de personas, con sus pelos, sus lacas y gominas, sus caspas, sus olores, sus piojos... aaarrggg... ¡¿cada cuánto desinfectan el autobús?! ¿¿por qué no dan un uniforme antiébola con el bonobus??
Y me visualizo como Michael Jackson. Con mascarilla. Pero más mona. Aunque puestos a imaginar, y dado que las celebrities se operan cualquier cosa, seguro que existe alguna operación para quitarme el sentido del olfato... Voy a bucear por Internet.
jueves, 26 de febrero de 2015
viernes, 20 de febrero de 2015
Technologic World
Conversación escuchada hoy entre dos jovenzuelas:
- pues sí, tía, le mandó un wasap, y luego le dijo que también lo había visto en Instagram...
- pero ¿no había sido en Twitter?
- no, en Twitter puso lo de la Sandra, pero esto lo subió a Instagram primero y luego le mandó una nota de audio por wasap, y creo que también lo había puesto en el Snapchat...
- ¡¡¿¿con vídeo??!!
- No, el vídeo fue la primera vez, lo puso en YouTube, que ya le vale... ahora le hizo una captura de pantalla
- pero ¿entonces cómo lo sabe? Podría haber sido mi hermana mismo, con el Kik...
- no tía, porque él no tiene Kik... se puso el Line pero no le moló y se lo quitó.
- y tía, ella lo sigue viendo por Skype...
- ¡hala tía, qué fuerte!
- sí tía, qué fuerte...
Ah. Ya. Vale. Sí, tías. Qué fuerte.
(no me he enterao de ná)
- pues sí, tía, le mandó un wasap, y luego le dijo que también lo había visto en Instagram...
- pero ¿no había sido en Twitter?
- no, en Twitter puso lo de la Sandra, pero esto lo subió a Instagram primero y luego le mandó una nota de audio por wasap, y creo que también lo había puesto en el Snapchat...
- ¡¡¿¿con vídeo??!!
- No, el vídeo fue la primera vez, lo puso en YouTube, que ya le vale... ahora le hizo una captura de pantalla
- pero ¿entonces cómo lo sabe? Podría haber sido mi hermana mismo, con el Kik...
- no tía, porque él no tiene Kik... se puso el Line pero no le moló y se lo quitó.
- y tía, ella lo sigue viendo por Skype...
- ¡hala tía, qué fuerte!
- sí tía, qué fuerte...
Ah. Ya. Vale. Sí, tías. Qué fuerte.
(no me he enterao de ná)
miércoles, 18 de febrero de 2015
La guerra de los Bancales
Lunes por la mañana. Por la mañana, muy mañana. Después de un gripazo. Llego a la parada del autobús y me encuentro un cartelito que anuncia que, por obras, la parada se ha anulado y hay que coger el bus en la siguiente, a unos 10 minutos caminando. Pffff... empezamos bien el día.
Llego a la parada... ¡ah! pero-si-esta-es-la-parada-de-al-lado-de-mi-casa-la-que-debería-coger-habitualmente-pero-que-resulta-que-camino-10-minutos-para-ir-a-buscar-la-parada-anterior-porque- si-no-no-me-siento-y-resulta-que-ahora-he-desandado-esos-10-minutos-(que-ya-van-20)-para-cogerlo-dónde-debería-haberlo-cogido-en-un-principioooooooo... Ah. Vale. El bus ya ha pasado. ¡Bravo! El día mejora por momentos. Me voy a la parada de enfrente, que, en el recorrido habitual, es una anterior. Llega el bus:
- perdona, ¿te quedan asientos?
- a ver... no, ya no (cara de Chucky, tejodes)
- ah, vale, pues ya me espero al siguiente...
Y me espero al siguiente bus, que pasará en unos 20 minutos. Total, ya voy media hora tarde... Y es que estoy hasta el mismísimo moño (con "c") de ir de pie. Tenemos un problema serio con esta línea de bus interurbano, que al parecer, salvo a los usuarios, no le importa a nadie: hay más usuarios y más universitarios que asientos disponibles. Sistemáticamente. Y esto se ha convertido en La Guerra de los Bancales (perdonad el juego de palabras, pero es que me venía a huevo :-)).
Os aseguro que es una guerra abierta, a codo partido. Aunque ahora, al menos, los guerrilleros hacemos cola, porque meses atrás, esperábamos el bus en una especie de masa sin forma, que llegabas con cara de perro y hacías un barrido visual asesino que ya quisieran los escáneres de la CIA... tehevisto, sé e-xac-ta-men-te quién está antes que yo... que sólo nos faltaban las pinturas de camuflaje... Y tenías identificados perfectamente a los distintos/as listillos/as que despliegan sus artimañas para colarse:
La Chanel: esa tía de cincuentaytantos, que en realidad quiere aparentar cincuentaytantos y que se le note todo su "señorío". Nariz de águila, centímetro y medio de base de maquillaje, que ahí le puedes dibujar en relieve todos los planos de Prison Break. Abrigo bueno de paño, bolso de marca colgado a medio brazo (nunca en bandolera, ¡por Dios!), con la cara más tiesa que si le hubiesen metido un palo por el culo. El palo, mojado en guindilla, por cierto. Vista perdida por encima de cualquier rostro, rollo noteveonoexistesparamí. Cuando se acerca el bus va avanzando posiciones, barbilla en alto, procurando, eso sí, no rozarse con ninguno de nosotros, la chusma. A esta habría que juntarla con el que ha pedido buses para ricos y para pobres, a ver si, de paso, le daba una alegría delicatesen pa su cuerpo y se le quita el ictus.
La tigresa: esa otra, también de cincuentaytantos, pero que en realidad quiere aparentar veinticinco, que va vestida toda de leopardo, tigre, pantera, cebra y tal vez Marsupilamis. Pelo rizado con exceso de espuma, efecto alambre, de color indefinido. Uñas rojas de longitud por encima de la recomendable para remover un café, labios rojos, cigarrillo permanente. Piernas esqueléticas montoacaballo metidas en leggings animal print, acabadas en taconazos de aguja de los que seguramente se pone los sábados para ir a La Blanca Paloma o a Tango. El ¡Hola! enrollado en el bolso de los chinos. Su estrategia es hablar hasta con las piedras, y, como quién no quiere la cosa, ya está subiendo la escalera.
La social: joven, estudiante, con cara de amínomeimportamadrugar, lavidaeschula, québonitassonlasflores... que le quitarías la sonrisa de un puñetazo... Siempre, si-em-pre, encuentra a alguien a quién conoce, que "casualmente" está por delante... hoooola què tal? què fas? quant de temps sense veure't... blablablá, blablablá... que sube con él/ella.
El enterao: ese señor, pasado ya tres pueblos de haberse jubilado, con la misma cazadora de entre tiempo, independientemente de la temperatura que haya. Dos mochilas a cuestas, que piensas, ¿lo hará para ahorrarse el gimnasio? Camina incesantemente arriba y abajo de la acera, poniendo nervioso al personal. Y lo sabe todo, a voz en grito: el que ha pasado antes iba con retraso... pero es que claro, con las obras ahora no pueden bajar hasta el origen y van de culo... pero ahora viene el siguiente... van a poner uno de refuerzo, pero no de los dobles, que no pueden dar la vuelta... el otro día se estropeó uno y no veas la que se armó... este chófer que viene ahora tiene sífilis... ¡qué cansiiiiino! ¿Os acordáis que son las 7 de la mañana? Y yo creo que, como nadie le mira para que no te hable, ¡zas!, las mochilas y él para adentro sin que te des cuenta...
Pero bueno, ahora es todo mucho más civilizado, ¡dónde va a parar! Subimos todos como borreguitos, ordenaditos, pegados mucho los unos a los otros para no dejar espacio a la Chanel, la social, el enterao ni la tigresa. Y cuando subes al bus, es como el juego de las sillas, pero sin música. Bueno, si nos pusieran una, sería la banda sonora de Psicosis. Oteas, rápido (no te puedes entretener, ni puedes pasar muchos asientos vacíos poniéndote tiquismiquis), eliges, y te embutes, al lado de Torre Man, rezando para no encontrarte a la señora.
Y si te ha tocado quedarte de pie, practicas el ejercicio de Tai-Chi "Raíces profundas", agarrándote con las uñas de los pies al suelo para no derrapar y pegarte la leche de tu vida, ya que los conductores suelen ir en plan kamikaze porque el tiempo que les dan para cada trayecto no les permite ni siquiera ir al baño. Y eso mientras recoges evidencias científicas de que es totalmente cierto que las embarazadas, ancianos, lisiados, mamásconbebésacuestas y personas con fatiga crónica como yo, producimos somnolencia. Profunda además.
Y no pasa nada por hacer un trayecto de 40 minutos, por autopista, de pie. Si vas en un coche sin cinturón, mirando el móvil, el GPS, comiendo, bebiendo, encendiendo un cigarro, mirando al copiloto, maquillándote, sacándote un moquillo, rascándote una oreja o pensando algo obsceno sobre la Guardia Civil, te crujen: te ponen una multa que tienes que sacar un préstamo para pagarla, y te quitan no sé cuántos puntos y ya no puedes ser cliente de Línea Directa. Pero si corres el riesgo de comerte el parabrisas en un frenazo en mi bus interurbano, no pasa nada.
En fin. Como os decía, a nadie le importa. Como me dijo la Mosso aquella vez que secuestré el bus: ¿tú crees que el dueño de la empresa se mueve en autobús? Cuando tengas que decirle algo, busca un Mercedes.
Llego a la parada... ¡ah! pero-si-esta-es-la-parada-de-al-lado-de-mi-casa-la-que-debería-coger-habitualmente-pero-que-resulta-que-camino-10-minutos-para-ir-a-buscar-la-parada-anterior-porque- si-no-no-me-siento-y-resulta-que-ahora-he-desandado-esos-10-minutos-(que-ya-van-20)-para-cogerlo-dónde-debería-haberlo-cogido-en-un-principioooooooo... Ah. Vale. El bus ya ha pasado. ¡Bravo! El día mejora por momentos. Me voy a la parada de enfrente, que, en el recorrido habitual, es una anterior. Llega el bus:
- perdona, ¿te quedan asientos?
- a ver... no, ya no (cara de Chucky, tejodes)
- ah, vale, pues ya me espero al siguiente...
Y me espero al siguiente bus, que pasará en unos 20 minutos. Total, ya voy media hora tarde... Y es que estoy hasta el mismísimo moño (con "c") de ir de pie. Tenemos un problema serio con esta línea de bus interurbano, que al parecer, salvo a los usuarios, no le importa a nadie: hay más usuarios y más universitarios que asientos disponibles. Sistemáticamente. Y esto se ha convertido en La Guerra de los Bancales (perdonad el juego de palabras, pero es que me venía a huevo :-)).
Os aseguro que es una guerra abierta, a codo partido. Aunque ahora, al menos, los guerrilleros hacemos cola, porque meses atrás, esperábamos el bus en una especie de masa sin forma, que llegabas con cara de perro y hacías un barrido visual asesino que ya quisieran los escáneres de la CIA... tehevisto, sé e-xac-ta-men-te quién está antes que yo... que sólo nos faltaban las pinturas de camuflaje... Y tenías identificados perfectamente a los distintos/as listillos/as que despliegan sus artimañas para colarse:
La Chanel: esa tía de cincuentaytantos, que en realidad quiere aparentar cincuentaytantos y que se le note todo su "señorío". Nariz de águila, centímetro y medio de base de maquillaje, que ahí le puedes dibujar en relieve todos los planos de Prison Break. Abrigo bueno de paño, bolso de marca colgado a medio brazo (nunca en bandolera, ¡por Dios!), con la cara más tiesa que si le hubiesen metido un palo por el culo. El palo, mojado en guindilla, por cierto. Vista perdida por encima de cualquier rostro, rollo noteveonoexistesparamí. Cuando se acerca el bus va avanzando posiciones, barbilla en alto, procurando, eso sí, no rozarse con ninguno de nosotros, la chusma. A esta habría que juntarla con el que ha pedido buses para ricos y para pobres, a ver si, de paso, le daba una alegría delicatesen pa su cuerpo y se le quita el ictus.
La tigresa: esa otra, también de cincuentaytantos, pero que en realidad quiere aparentar veinticinco, que va vestida toda de leopardo, tigre, pantera, cebra y tal vez Marsupilamis. Pelo rizado con exceso de espuma, efecto alambre, de color indefinido. Uñas rojas de longitud por encima de la recomendable para remover un café, labios rojos, cigarrillo permanente. Piernas esqueléticas montoacaballo metidas en leggings animal print, acabadas en taconazos de aguja de los que seguramente se pone los sábados para ir a La Blanca Paloma o a Tango. El ¡Hola! enrollado en el bolso de los chinos. Su estrategia es hablar hasta con las piedras, y, como quién no quiere la cosa, ya está subiendo la escalera.
La social: joven, estudiante, con cara de amínomeimportamadrugar, lavidaeschula, québonitassonlasflores... que le quitarías la sonrisa de un puñetazo... Siempre, si-em-pre, encuentra a alguien a quién conoce, que "casualmente" está por delante... hoooola què tal? què fas? quant de temps sense veure't... blablablá, blablablá... que sube con él/ella.
El enterao: ese señor, pasado ya tres pueblos de haberse jubilado, con la misma cazadora de entre tiempo, independientemente de la temperatura que haya. Dos mochilas a cuestas, que piensas, ¿lo hará para ahorrarse el gimnasio? Camina incesantemente arriba y abajo de la acera, poniendo nervioso al personal. Y lo sabe todo, a voz en grito: el que ha pasado antes iba con retraso... pero es que claro, con las obras ahora no pueden bajar hasta el origen y van de culo... pero ahora viene el siguiente... van a poner uno de refuerzo, pero no de los dobles, que no pueden dar la vuelta... el otro día se estropeó uno y no veas la que se armó... este chófer que viene ahora tiene sífilis... ¡qué cansiiiiino! ¿Os acordáis que son las 7 de la mañana? Y yo creo que, como nadie le mira para que no te hable, ¡zas!, las mochilas y él para adentro sin que te des cuenta...
Pero bueno, ahora es todo mucho más civilizado, ¡dónde va a parar! Subimos todos como borreguitos, ordenaditos, pegados mucho los unos a los otros para no dejar espacio a la Chanel, la social, el enterao ni la tigresa. Y cuando subes al bus, es como el juego de las sillas, pero sin música. Bueno, si nos pusieran una, sería la banda sonora de Psicosis. Oteas, rápido (no te puedes entretener, ni puedes pasar muchos asientos vacíos poniéndote tiquismiquis), eliges, y te embutes, al lado de Torre Man, rezando para no encontrarte a la señora.
Y si te ha tocado quedarte de pie, practicas el ejercicio de Tai-Chi "Raíces profundas", agarrándote con las uñas de los pies al suelo para no derrapar y pegarte la leche de tu vida, ya que los conductores suelen ir en plan kamikaze porque el tiempo que les dan para cada trayecto no les permite ni siquiera ir al baño. Y eso mientras recoges evidencias científicas de que es totalmente cierto que las embarazadas, ancianos, lisiados, mamásconbebésacuestas y personas con fatiga crónica como yo, producimos somnolencia. Profunda además.
Y no pasa nada por hacer un trayecto de 40 minutos, por autopista, de pie. Si vas en un coche sin cinturón, mirando el móvil, el GPS, comiendo, bebiendo, encendiendo un cigarro, mirando al copiloto, maquillándote, sacándote un moquillo, rascándote una oreja o pensando algo obsceno sobre la Guardia Civil, te crujen: te ponen una multa que tienes que sacar un préstamo para pagarla, y te quitan no sé cuántos puntos y ya no puedes ser cliente de Línea Directa. Pero si corres el riesgo de comerte el parabrisas en un frenazo en mi bus interurbano, no pasa nada.
En fin. Como os decía, a nadie le importa. Como me dijo la Mosso aquella vez que secuestré el bus: ¿tú crees que el dueño de la empresa se mueve en autobús? Cuando tengas que decirle algo, busca un Mercedes.
martes, 17 de febrero de 2015
Yo también quiero que vuelva Mecano
Una ya tiene una edad. Y no sé si es por eso, o porque la música que hacen hoy en día (en general) es un bodrio, pero me quedé en la década de los 80, sobre todo con el pop y la música de la movida. Y de todos los grupos que os podría nombrar, hoy me quedo con Mecano. Para ti, que tienes menos de 25 años, Mecano era un trío madrileño formado por los hermanos Cano y Ana Torroja, ¡qué morbo eh! Pues en la cama no sé lo que harían, pero encima de un escenario eran brutales.
Lo que más echo de menos son letras como las de sus canciones. Mecano vendió más de 25 millones de discos (que se dice pronto), y fue de los primeros grupos en atreverse a hablar de la homosexualidad (Mujer contra mujer, Stereosexual), los resacones (Hoy no me puedo levantar), la locura (Barco a Venus, Un poco loco), la guerra (Otro muerto, No pintamos nada), las drogas y el Sida (El fallo positivo), la experiencia de tomarse un tripi (Aire), el racismo y la lucha de clases (El blues del esclavo, El peón del rey de negras), los primeros en criticar los toros (La fiesta nacional)... Hablaron de Dalí, de lo que hacen los muertos por la noche, de la perra Laika, de la expedición a la Antártida, de la noche de Fin de Año... Le cantaron a Hawái, a Japón, a Río de Janeiro, a Madrid y a Nueva York... Y por supuesto, tenían muchas canciones que hablaban de amor, ¡pero no era monotema!
Hay muchos cantantes actuales que me gustan, pero que no saben hablar de otra cosa que no sea el amor o el desamor. Malú, por ejemplo. Pedazo vozarrón, me encanta, pero hija, sal y conoce mundo. Pablo Alborán, cantautor revelación: sal del armario de una vez y libera tu imaginación. Dani Martín, mejorando por momentos desde que dejó El Canto del Loco, pero quillo, ya has cubierto el cupo terapéutico por lo de tu hermana, que está muy guay, y tienes frases que te ponen del revés, pero venga, dirige tus esfuerzos a otros temas más diversos...
Bueno, y sólo hablo de letras en español porque mi nivel de inglés es el de los españolitos de a pie, así que la mayoría de canciones no entiendo gran parte de lo que dicen (vale, sólo pillo palabras sueltas), y cuando las entiendo... pffff... todavía estoy superando la de James Blunt:
O la de Alesha Dixon:
El reggaetón merece mención aparte.
Así que yo también quiero que vuelva Mecano. Y que conste que a Ana Torroja en solitario no la soporto. Pero que vuelva Mecano. Que no graben nada más si no quieren. Pero que nos hagan un concierto. Unos cuantos. Si tú también lo quieres, puedes firmar aquí.
Lo que más echo de menos son letras como las de sus canciones. Mecano vendió más de 25 millones de discos (que se dice pronto), y fue de los primeros grupos en atreverse a hablar de la homosexualidad (Mujer contra mujer, Stereosexual), los resacones (Hoy no me puedo levantar), la locura (Barco a Venus, Un poco loco), la guerra (Otro muerto, No pintamos nada), las drogas y el Sida (El fallo positivo), la experiencia de tomarse un tripi (Aire), el racismo y la lucha de clases (El blues del esclavo, El peón del rey de negras), los primeros en criticar los toros (La fiesta nacional)... Hablaron de Dalí, de lo que hacen los muertos por la noche, de la perra Laika, de la expedición a la Antártida, de la noche de Fin de Año... Le cantaron a Hawái, a Japón, a Río de Janeiro, a Madrid y a Nueva York... Y por supuesto, tenían muchas canciones que hablaban de amor, ¡pero no era monotema!
Hay muchos cantantes actuales que me gustan, pero que no saben hablar de otra cosa que no sea el amor o el desamor. Malú, por ejemplo. Pedazo vozarrón, me encanta, pero hija, sal y conoce mundo. Pablo Alborán, cantautor revelación: sal del armario de una vez y libera tu imaginación. Dani Martín, mejorando por momentos desde que dejó El Canto del Loco, pero quillo, ya has cubierto el cupo terapéutico por lo de tu hermana, que está muy guay, y tienes frases que te ponen del revés, pero venga, dirige tus esfuerzos a otros temas más diversos...
Bueno, y sólo hablo de letras en español porque mi nivel de inglés es el de los españolitos de a pie, así que la mayoría de canciones no entiendo gran parte de lo que dicen (vale, sólo pillo palabras sueltas), y cuando las entiendo... pffff... todavía estoy superando la de James Blunt:
You're beautiful
You're beautiful
You're beautiful, it's true
You're beautiful
You're beautiful, it's true
O la de Alesha Dixon:
Does he wash up?
He never wash up
Does he clean up?
No, he never cleans up
Does he brush up?
He never brushed up
He does nothing
The boy does nothing
He never wash up
Does he clean up?
No, he never cleans up
Does he brush up?
He never brushed up
He does nothing
The boy does nothing
Que así suenan muy beautiful, pero vamos, que cantamos eso en castellano (eres hermosa, eres hermosa, eres hermosa, es cierto, o ¿él lava? nunca lava, ¿él limpia? no, él nunca limpia, ¿él barre? él nunca barre, él no hace nada, el chico no hace nada) ¡y nos pegan!
El reggaetón merece mención aparte.
Así que yo también quiero que vuelva Mecano. Y que conste que a Ana Torroja en solitario no la soporto. Pero que vuelva Mecano. Que no graben nada más si no quieren. Pero que nos hagan un concierto. Unos cuantos. Si tú también lo quieres, puedes firmar aquí.
viernes, 13 de febrero de 2015
Un 14 de febrero con corazón, látigo y sombrero
Mañana, sábado, es 14 de febrero, y parece ser que este fin de semana se acaba el mundo... No es que se acabe en el sentido apocalíptico, sino que, por lo visto, para miles de españoles y españolas, no va a existir el mundo más allá del dormitorio (bueno, siempre hay quién prefiere el coche, el cine, el ascensor, el monte, la playa, los probadores, una comisaría de policía o las antenas de televisión...) Y es que este fin de semana coinciden tres acontecimientos, a cuál más importante: San Valentín, Carnaval y el estreno de la película "50 sombras de Grey". Bueno, en realidad, son cuatro, que también es sábado y ya sabéis lo de Sábado Sabadete.... Así que, como dice el mensaje que corre por las redes sociales, si este fin de semana no pillas, es que algo estás haciendo mal...
Creedme si os digo que no sé por dónde empezar... pfff.... Vamos a empezar por San Valentín, por ejemplo. ¿Hay algo más empalagoso? ¿Qué pasa, que el resto del año las parejas no se quieren? ¿Por qué tiene que haber un día concreto para enseñarle a tu pareja (y por supuesto mostrárselo al mundo entero) que la quieres? Para los que todavía no se han enterado (¡¡¡¡!!!!), San Valentín es un negocio, y además enfocado claramente al público masculino. Son los chicos los que tienen que rascarse el bolsillo, llevarnos a cenar al supermegarestaurantedemoda, comprarnos una pedazo de joya, o las socorridas flores y caja de bombones y decirnos durante toda la noche cosas bonitas... ser el rey de los románticos, aunque el resto del año se rasque los huevos y eructe mientras bebe cerveza mirando el futbol (como el que he visto hoy, que después de regalarle un ramo de rosas rojas a su novia, va y la lleva a comer al Burger King...)
¿Y nosotras? Nosotras tenemos que estar monísimas, suspirando... ¡aaayyyy! québonitoeselamor... Depiladas, manicura, lencería nueva, peluquería, vestido sexy, ojitos tiernos, sin la regla y, por supuesto, esperando el restaurante, la joya, las flores y el chocolate. Para los niveles pro, esa noche se regala el anillo de compromiso, dentro de la copa de champagne, con los mariachis o el violinista de acompañante, en función de los gustos. ¡Ay Dios mío! ¿Os habéis parado a pensar la panorámica que tienen esa noche cientos y cientos de camareros del mundo? Que deben pensar, ¡vaya panda de gilipollas! Todos cogiditos de las manos, susurrando, a la luz de las velitas, jiji jaja, sonrisita por aquí, sonrisita por allá... ¡pa vernos, vaya! Y el lunes todas en la oficina:
- tíaaa, tíaaa, mira qué pedrusco me ha regalado Toni...
- ¡halaaa! Pues eso no es nada, nena... Pedro reservó la suite del Palace, nena, ¡del-Pa-las! ¡aaayyy! es tan rico...
- claro tía, ¡con la pasta que tiene!
- oye, que me refería a rico de tierno... pero sí, también tiene mucha pasta...
Y los escaparates están llenos de corazones, y de lazos, y de flores, y las nubes huelen... Y un bolso que normalmente vale 50 €, cuesta 100, y la cena de 100, cuesta 300... Y te hacen creer que si le compras a tu chico una Black and Decker, es un gesto de amor... ¿será por lo de taladrar?
En serio, que la gente se vuelve muuuu tonta... Yo hace siglos que no celebro San Valentín, aunque he de reconocer que en mi juventud sucumbí como la que más, y ¡pobre de mi churri si no cumplía! Ahora prefiero mil veces alguien que, en vez de hacer esto por mí (siento herir vuestra sensibilidad)...
...sea capaz de decirme cosas como esta, cualquier día, en cualquier momento:
Claro que, ¿qué se puede esperar de alguien que tenga semejante colcha en su cama? Luego, ¡venga! llega la Cuchi: oooohhhh caaariiii, qué booo-niii-toooo... y ¡hale! pimpam, pimpam, encima de todas las flores, que vais a poner buena la colcha blanca... ¡cómo se nota que tú no lavas, eh Dandy!
Pero, tranquilos, románticos del mundo: este fin de semana podéis tener un plan diferente, fantástico y más barato. Para ir ambientando la noche antes de llegar a la colcha blanca, podéis ir al cine a ver la obra maestra, fenómeno mundial, peliculón dónde los haya... las dichosas sombras de Grey. A mí, desde luego, no me esperéis. Si no pude con el libro, me imagino la peli, que sabéis que los libros siempre son mejores... En serio, yo no sé qué le veis. Leo que ha vendido no sé cuántos millones de libros en todo el mundo y pienso, o yo tengo una vida sexual muy plena, o la gente está muuuuy necesitada... No le veo por ninguna parte ni la ¿¿literatura??, ni el erotismo, ni el noveascómomepongo... Y la tía se ha hecho de oro, que digo yo, si escribiendo esa bazofia se ha hecho millonaria, el día que me descubra a mí alguien... jajajaja...
¿Y la peli? Ayer leía un artículo en El Periódico sobre ella que suscribo plenamente... Para empezar: el actor. ¿De verdad no hay tíos más buenos sobre la Tierra que ese tal Jamie Dornan? Que ¿cómo me va a poner alguien que se llama Jamie? Es nombre de tía, de gay, de floreta... Un tiarrón que te pone de vuelta p'atrás, un empotrador (como dice Molinos), se tiene que llamar Orson, o Dave, o Malcolm, o Simon... ¡hasta Manolo te acepto! ¿¿Pero Jamie?? Tiene una cara de soso, un poco cuerpo, una falta de hombría... ¡si es que no puede ser peor! Bueno, a ver, puestos a empeorar, podría conseguirse, imaginaos que la protagoniza Kiko Rivera... Y luego el contenido, que por lo que dice el artículo, se queda en los preliminares y ni eso. Que, además, estoy de acuerdo, que lo que le engancha a la mojigati es la pasta del Grey, que si el mismo tipo es trabajador en un McDonald's, y la lleva en la vespino, ni caso, oye. Y ¡uy, cuidado! que en USA le han puesto la letra R, que significa que es muy subida de tono, uuuuhhh... En fin, yo tuve que dejar el libro a la mitad, ni siquiera llegué a ninguna "escena"... a lo mejor va a ser por eso...
Y para redondear el finde, coincide con Carnaval. Carnaval es para los que no tengáis pareja, que esa noche, se sale a pillar cacho. Con el rollo de que todo está permitido... Porque los disfraces están pensados para eso. Y si no, veamos. ¿De qué van los chicos? De marinero, indio, bombero, caballero medieval, vampiro, policía, vaquero... Todo bien tapadito, y si puede ser de uniforme, mejor, que nos pone. ¿Y las chicas? De cualquier versión de streap-póker: cuánta menos ropa mejor... ¿qué vas de Blancanieves? con minifalda ¿de enfermera? con minibata ¿de hada? sólo con las alas ¿de limpiadora? ¿de mosquetera? ¿de presa? ¿de policía? ¿de Caperucita Roja? da igual... tú enseña carne y ya está... Eso para las que están buenas, claro; para las demás, da igual que nos pongamos un colador en la cabeza que una peluca en el zapato. La norma es justo la contraria: cuánto más tapadita, mejor. Y si queremos que nos miren, siempre nos quedan los disfraces frikis. De todas formas, a las cuatro copas, o a las cuatro de la mañana, pillamos fijo, sólo hace falta quererlo. Eso sí, sin ponerse tiquismiquis.
Pero todo esto es para nosotras, las de a pie. Porque luego están los carnavaleros profesionales. Esos que salen en Río de Janeiro, en Tenerife o Las Palmas. Esos chicos que parecen cestas de frutas, o alguno de los novios de Marujita Díaz o Sara Montiel... Y esas chicas, que, en pelota picada, se ponen encima lo primero que encuentran, algo sencillito, sin ostentaciones... que las miras y dices... ¿de qué va? ¿de-qué-co-ño-va? Porque coincidiréis conmigo en que eso no son disfraces... Para empezar, se les reconoce todo (y digo todo). ¿Y a qué se quieren parecer? ¿A quién imitan? A mí a lo único que me recuerdan es a las vedettes o a la gallina Caponata, en función de la versión...
- Ay corasón, ¡qué guapa tú está! ¿Cuánto pesa tu vestido?
- Uy, este año voy bien... sólo siento sincuenta kilo... como man puesto una peineta de yerro masiso en la cabesa, se me suhetan bien las pluma, y aquí debaho llevo un andamio con rueda que mayuda a caminar...
- Ay mija, pue yo que tú tendría cuidao, y no tarrime a lo farolillo, que mira la Saida el año pasao...
- Pero mira tú, eso le pasó porque quiso imitá a la Catnisss esa de los juego del hambre...
Eso no es Carnaval. Carnaval era lo que hacía mi abuelo, que se vestía de mujer, se ponía una
máscara y llamaba a todas las puertas del pueblo, quedándose con la peña...
Total, que, con esta combinación de los astros, ya me veo esta noche a muchas parejas:
- ayyy Paacooo, tú eres mi Christian esta noche...
- sí Puri, sí... lo que tú digas... ven que te quite el disfraz de colegiala... [lengüetazo en el cuello]
- hombre Cris... pero así no... me lo tienes que ordenar... [lo aparta suavemente]
- Puri, sabes que a mí no se me da bien lo de la ropa en el armario... eso déjalo pa luego... [mano al culo debajo de la falda]
- ¡Paco! [palmada en el hombro. Retira la mano de debajo de la falda] Me refiero que tienes que ser mi amo... ¡domíname!
- mmm... a verrr... ¡Puri! ¡Bájate al pilón!
- ¡Pacooo! Así no, ¿eh? Que me quitas las ganas... esta noche tienes que ser muy romántico... [juguetea con sus trenzas]
- Vamos a ver, ¿en qué quedamos? ¿Tengo que ser uno raro de esos o tengo que ser romántico?
- ¡Ay Paco! ¡De verdad! [se sienta en la cama] ¡Así no hay manera! ¿¿No vas de Indiana?? Usa tu imaginación, hombre... ¿para qué quieres el látigo? [voz de gata ronroneadora, le empieza a desabrochar la camisa]
- [flipando, incrédulo] ¿¿lo que siempre he soñado?? ¿quieres que te dé una somanta palos?
- ¡Paco, joer! Átame... haz lo que quieras conmigo... esta noche soy tu Anastasia... [ojitos de devoradora]
- Puri, nomejodas... tu nombre ya me parece bastante de pueblo... que se me baja... a ver... espera... no pue...pffff...do... iiñññ [intentando atarla con un látigo comprado en los chinos]... ess...tooo... se me ess... iiiññññ.... capaaa... aisss... ¡No puedo! Si quieres pruebo con la ristra de chorizos que trajo anoche tu madre...
- Paco, de verdad... ¡¡Vete al templo maldito!! [se levanta, enfadada, y se empieza a arreglar la ropa]
-¿Qué?
- ¡¡Que te vayas al estudio y te pongas el futbol en el Plus!!
- ¡Anda coño! ¿¿Así que eso era dominarte?? Haberlo dicho antes...
Creedme si os digo que no sé por dónde empezar... pfff.... Vamos a empezar por San Valentín, por ejemplo. ¿Hay algo más empalagoso? ¿Qué pasa, que el resto del año las parejas no se quieren? ¿Por qué tiene que haber un día concreto para enseñarle a tu pareja (y por supuesto mostrárselo al mundo entero) que la quieres? Para los que todavía no se han enterado (¡¡¡¡!!!!), San Valentín es un negocio, y además enfocado claramente al público masculino. Son los chicos los que tienen que rascarse el bolsillo, llevarnos a cenar al supermegarestaurantedemoda, comprarnos una pedazo de joya, o las socorridas flores y caja de bombones y decirnos durante toda la noche cosas bonitas... ser el rey de los románticos, aunque el resto del año se rasque los huevos y eructe mientras bebe cerveza mirando el futbol (como el que he visto hoy, que después de regalarle un ramo de rosas rojas a su novia, va y la lleva a comer al Burger King...)
¿Y nosotras? Nosotras tenemos que estar monísimas, suspirando... ¡aaayyyy! québonitoeselamor... Depiladas, manicura, lencería nueva, peluquería, vestido sexy, ojitos tiernos, sin la regla y, por supuesto, esperando el restaurante, la joya, las flores y el chocolate. Para los niveles pro, esa noche se regala el anillo de compromiso, dentro de la copa de champagne, con los mariachis o el violinista de acompañante, en función de los gustos. ¡Ay Dios mío! ¿Os habéis parado a pensar la panorámica que tienen esa noche cientos y cientos de camareros del mundo? Que deben pensar, ¡vaya panda de gilipollas! Todos cogiditos de las manos, susurrando, a la luz de las velitas, jiji jaja, sonrisita por aquí, sonrisita por allá... ¡pa vernos, vaya! Y el lunes todas en la oficina:
- tíaaa, tíaaa, mira qué pedrusco me ha regalado Toni...
- ¡halaaa! Pues eso no es nada, nena... Pedro reservó la suite del Palace, nena, ¡del-Pa-las! ¡aaayyy! es tan rico...
- claro tía, ¡con la pasta que tiene!
- oye, que me refería a rico de tierno... pero sí, también tiene mucha pasta...
Y los escaparates están llenos de corazones, y de lazos, y de flores, y las nubes huelen... Y un bolso que normalmente vale 50 €, cuesta 100, y la cena de 100, cuesta 300... Y te hacen creer que si le compras a tu chico una Black and Decker, es un gesto de amor... ¿será por lo de taladrar?
En serio, que la gente se vuelve muuuu tonta... Yo hace siglos que no celebro San Valentín, aunque he de reconocer que en mi juventud sucumbí como la que más, y ¡pobre de mi churri si no cumplía! Ahora prefiero mil veces alguien que, en vez de hacer esto por mí (siento herir vuestra sensibilidad)...
...sea capaz de decirme cosas como esta, cualquier día, en cualquier momento:
Claro que, ¿qué se puede esperar de alguien que tenga semejante colcha en su cama? Luego, ¡venga! llega la Cuchi: oooohhhh caaariiii, qué booo-niii-toooo... y ¡hale! pimpam, pimpam, encima de todas las flores, que vais a poner buena la colcha blanca... ¡cómo se nota que tú no lavas, eh Dandy!
Pero, tranquilos, románticos del mundo: este fin de semana podéis tener un plan diferente, fantástico y más barato. Para ir ambientando la noche antes de llegar a la colcha blanca, podéis ir al cine a ver la obra maestra, fenómeno mundial, peliculón dónde los haya... las dichosas sombras de Grey. A mí, desde luego, no me esperéis. Si no pude con el libro, me imagino la peli, que sabéis que los libros siempre son mejores... En serio, yo no sé qué le veis. Leo que ha vendido no sé cuántos millones de libros en todo el mundo y pienso, o yo tengo una vida sexual muy plena, o la gente está muuuuy necesitada... No le veo por ninguna parte ni la ¿¿literatura??, ni el erotismo, ni el noveascómomepongo... Y la tía se ha hecho de oro, que digo yo, si escribiendo esa bazofia se ha hecho millonaria, el día que me descubra a mí alguien... jajajaja...
LEGO parodia a los protagonistas de 50 sombras de Grey |
Y para redondear el finde, coincide con Carnaval. Carnaval es para los que no tengáis pareja, que esa noche, se sale a pillar cacho. Con el rollo de que todo está permitido... Porque los disfraces están pensados para eso. Y si no, veamos. ¿De qué van los chicos? De marinero, indio, bombero, caballero medieval, vampiro, policía, vaquero... Todo bien tapadito, y si puede ser de uniforme, mejor, que nos pone. ¿Y las chicas? De cualquier versión de streap-póker: cuánta menos ropa mejor... ¿qué vas de Blancanieves? con minifalda ¿de enfermera? con minibata ¿de hada? sólo con las alas ¿de limpiadora? ¿de mosquetera? ¿de presa? ¿de policía? ¿de Caperucita Roja? da igual... tú enseña carne y ya está... Eso para las que están buenas, claro; para las demás, da igual que nos pongamos un colador en la cabeza que una peluca en el zapato. La norma es justo la contraria: cuánto más tapadita, mejor. Y si queremos que nos miren, siempre nos quedan los disfraces frikis. De todas formas, a las cuatro copas, o a las cuatro de la mañana, pillamos fijo, sólo hace falta quererlo. Eso sí, sin ponerse tiquismiquis.
Pero todo esto es para nosotras, las de a pie. Porque luego están los carnavaleros profesionales. Esos que salen en Río de Janeiro, en Tenerife o Las Palmas. Esos chicos que parecen cestas de frutas, o alguno de los novios de Marujita Díaz o Sara Montiel... Y esas chicas, que, en pelota picada, se ponen encima lo primero que encuentran, algo sencillito, sin ostentaciones... que las miras y dices... ¿de qué va? ¿de-qué-co-ño-va? Porque coincidiréis conmigo en que eso no son disfraces... Para empezar, se les reconoce todo (y digo todo). ¿Y a qué se quieren parecer? ¿A quién imitan? A mí a lo único que me recuerdan es a las vedettes o a la gallina Caponata, en función de la versión...
- Ay corasón, ¡qué guapa tú está! ¿Cuánto pesa tu vestido?
- Uy, este año voy bien... sólo siento sincuenta kilo... como man puesto una peineta de yerro masiso en la cabesa, se me suhetan bien las pluma, y aquí debaho llevo un andamio con rueda que mayuda a caminar...
- Ay mija, pue yo que tú tendría cuidao, y no tarrime a lo farolillo, que mira la Saida el año pasao...
- Pero mira tú, eso le pasó porque quiso imitá a la Catnisss esa de los juego del hambre...
Eso no es Carnaval. Carnaval era lo que hacía mi abuelo, que se vestía de mujer, se ponía una
máscara y llamaba a todas las puertas del pueblo, quedándose con la peña...
Total, que, con esta combinación de los astros, ya me veo esta noche a muchas parejas:
- ayyy Paacooo, tú eres mi Christian esta noche...
- sí Puri, sí... lo que tú digas... ven que te quite el disfraz de colegiala... [lengüetazo en el cuello]
- hombre Cris... pero así no... me lo tienes que ordenar... [lo aparta suavemente]
- Puri, sabes que a mí no se me da bien lo de la ropa en el armario... eso déjalo pa luego... [mano al culo debajo de la falda]
- ¡Paco! [palmada en el hombro. Retira la mano de debajo de la falda] Me refiero que tienes que ser mi amo... ¡domíname!
- mmm... a verrr... ¡Puri! ¡Bájate al pilón!
- ¡Pacooo! Así no, ¿eh? Que me quitas las ganas... esta noche tienes que ser muy romántico... [juguetea con sus trenzas]
- Vamos a ver, ¿en qué quedamos? ¿Tengo que ser uno raro de esos o tengo que ser romántico?
- ¡Ay Paco! ¡De verdad! [se sienta en la cama] ¡Así no hay manera! ¿¿No vas de Indiana?? Usa tu imaginación, hombre... ¿para qué quieres el látigo? [voz de gata ronroneadora, le empieza a desabrochar la camisa]
- [flipando, incrédulo] ¿¿lo que siempre he soñado?? ¿quieres que te dé una somanta palos?
- ¡Paco, joer! Átame... haz lo que quieras conmigo... esta noche soy tu Anastasia... [ojitos de devoradora]
- Puri, nomejodas... tu nombre ya me parece bastante de pueblo... que se me baja... a ver... espera... no pue...pffff...do... iiñññ [intentando atarla con un látigo comprado en los chinos]... ess...tooo... se me ess... iiiññññ.... capaaa... aisss... ¡No puedo! Si quieres pruebo con la ristra de chorizos que trajo anoche tu madre...
- Paco, de verdad... ¡¡Vete al templo maldito!! [se levanta, enfadada, y se empieza a arreglar la ropa]
-¿Qué?
- ¡¡Que te vayas al estudio y te pongas el futbol en el Plus!!
- ¡Anda coño! ¿¿Así que eso era dominarte?? Haberlo dicho antes...
miércoles, 4 de febrero de 2015
La moda no sabe de matemáticas
Hoy os voy a hablar de moda. Yo, que iría todos los días a trabajar en pijama... bueno, va, en chándal... pfffff.... Y es que éste es un tema que da para llenar muuuchos renglones... Así que inauguro oficialmente la etiqueta "Fashion victims".
El tema que he elegido para este post es la relación entre las mates y la moda. Porque vamos a ver, a mí, de pequeñita, me enseñaron que las matemáticas son una ciencia exacta. Es decir, que 2 + 2 SIEMPRE son 4. Luego, cuando de mayor estudié psicología, entendí que eso no es aplicable a las relaciones humanas, que básicamente depende, por ejemplo, de si el 2 es del hombre o de la mujer, del jefe o del empleado, de tu madre o tuyo. Pero, vamos, en las puñeteras matemáticas, sí. A mí, que siempre se me han dado tan mal, me quedó claro que es cuestión de entenderlas (¡¡¡nada más!!!), porque una vez las has entendido, son mecánicas, siempre funcionan igual.
Bueno, pues, cuando las mates se aplican al mundo de la moda, se vuelven inexactas. O eso, o la moda no tiene ni puta idea de matemáticas. Porque resulta que el sistema métrico decimal se mueve más que los ojos de Marujita Díaz.... Y así, resulta que, para unas mismas medidas que tiene tu cuerpo serrano (Navidades arriba o abajo), puedes usar la talla 38, la 40 o la 44, o, para hacerlo todo más sencillito, también te las pueden clasificar según el sistema XS-S-M-L-XL-XXL (que después de nosécuántosaños, J todavía no se aclara con esto y me pregunta mil veces, ¿la L es más pequeña que la M? ¿después de la S que va, la XS? ¿la XL es la más grande o la más pequeña? Juro que es verídico)...
Pues como decía, todo depende de la marca/tienda dónde te hayas metido. Mejor dicho, todo depende del diseñador (perdón, pero suelen ser hombres) de la marca, de su grado de misoginia, y de lo contento que esté con su cuerpo. Así, si tenemos a un gurú de la moda flaco, narcisista y cabrón, pongamos de Bershka, te dirá que si tienes 60 cm. de cintura eres una especie de morsa que se tiene que poner una 46, mientras que si tenemos al típico modisto gay, gordito y bonachón, pongamos de Marks and Spencer, te dirá que, con esa cinturita de 110 cm. estás estupenda y sólo tienes que usar la 46. Yo, que ya nací con el gen de la generosidad en todas las facetas de mi vida, he visto con mis ojitos como las tiendas "de tallas grandes" tallan a la baja, mientras que las de yogurines (dónde entro sólo como acompañante), lo hacen al alza. ¡Ni que esto fuera la bolsa! No sé cómo se atreven, ¡¡si no entienden de mates!!
Expresado en términos matemáticos, sería:
si: 60 cm de cintura = talla 46
y: 110 cm de cintura = talla 46,
entonces: 60 cm = 110 cm
luego... ¡¡las de 110 cm. están igual de estupendas que las de 60!! Ya lo decía yo...
¡Y eso ya por no mencionar las diferencias de tallas entre los diferentes países! Para empezar, aclárate si te están midiendo en pulgadas o en cm., y luego apréndete de memoria a qué talla corresponde la tuya en París, Nueva Zelanda, Washington, Singapur o Nepal. O eso, o te llevas un Smartphone con San Google. Que, ¿os habéis fijado que a las italianas son a las que llaman más gordas y a las alemanas, las más delgadas? Nooo, si no está pensao ni ná....
Me imagino una mesa redonda de esas carísimas, brillantes, de esas que limpiaban los de yo paso el pronto-tú el paño, dónde están sentados el gran jefe de la moda, el de la industria de la dietética, el de todos los gimnasios del mundo, el de los centros de estética, el de los laboratorios, el de la publicidad, el de los restaurantes de comida rápida y el gran jefe del chocolate en general. Todos ellos asesorados y dirigidos por el gran jefe psicólogo o psiquiatra...
- Venga va, ¿cómo podemos hacer que las mujeres se sientan más infelices todavía?
- Jo tío, ¿te parece poco? Si no paran de venir al gimnasio... ¡tengo las clases de Zumba a petar!
- Ya, pero las ventas de pastillas para adelgazar han bajado un montón... Un 0,0002% e-xac-ta-men-te... Entre que retiraron el Reductil del mercado, que el XL-S lo anuncia la cateta de la Rosa López, y el ALLI, una gordita... oye, en eso tienes tú mucho que ver, ¿no?
- A mí dejadme en paz, ¡que me tenéis loco perdido!... que tengo que anunciar a la vez modelos anoréxicas, pastillas para adelgazar, el Happy Meal y las fajas del Teletienda...
- A verrr, chicosss... centrémonos. Hay que hacerles creer que para ser felices y que las quieran, tienen que estar delgadas. Que sólo conseguirán estar delgadas si se gastan el dinero en nuestros negocios. Pero, a la vez, hay que bombardearlas con estímulos que lo hagan imposible. Pero en la dosis justa para que sigan creyendo que es posible, y que por una vez que se salten la dieta no pasa nada... A las que tienen que perder mucho peso, hay que decirles que son un poco más delgadas de lo que son... A las que ya están delgadas, que en realidad no lo son tanto. En definitiva, hay que conseguir que sean unas infelices permanentes buscando una felicidad inexistente... ¿entendéis?
- ¡Joer! ¡Cómo se nota que eres comecocos! ¡¡Cuánto sabes!!
- Ya, sí, todo muy bonito... pero yo tengo presión de las cuatro marujas de las tiendas de tallas grandes... ¡que una es íntima de mi parienta! ¿qué les digo? menos mal que son minoría...
- ¡Diles que se vengan al McDonald's!
- A mí lo que me tiene preocupao es que salió en una noticia que el cacao del mundo se va acabar en 2020 por culpa de China...
- ¡Claro! ¡Los putos chinos tienen la culpa de todo!
- Eso, eso...
- Sí, sí...
-¡Anda qué no!
- Lo que yo te diga...
Así que, nada, nos hacen infelices. Te hacen creer que si no tienes un cuerpazo que sólo se consigue con Photoshop (eso es digno de otro post), eres una mierda. Y la talla que usas se convierte en un secreto de estado si pasa de la 40. Y se tejen entramados de suspicacia entre las mujeres, que somos, con diferencia, las peores entre nosotras mismas... hum... esa, ¿qué talla debe usar? una más que yo, seguro...
Hablando de tallas, es inevitable que piense en lo mucho que me enfada y me deprime, en general, ir de compras y me hace recordar una vez, en mi tierna juventud, que entré en una tienda de ropa dónde no había ido nunca. No había clientas; luego entendí porqué, claro. Había tres dependientas: monísimas, delgadísimas, vestidísimas de negro, maquilladísimas, y estupidísimas. Miro. Un pantalón por aquí. Una falda por allá. Una blusa por acullá. Talla 42 máximo. 42 de las de tiendas proanorexia, de las de diseñadores cabrones. Me dirijo, sin saberlo, a la más mamífero cánido de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca, de costumbres crepusculares y nocturnas, que abunda en España y caza con gran astucia toda clase de animales, incluso de corral, de las tres:
- Perdona, ¿la talla más grande que tenéis es la 42?
Las tres fantastic girls, en corrillo de marujas, me miran, de arriba abajo, en plan escáner portátil, de esos que te pasan los polis buenorros en las pelis, por delante, por detrás y casi por dentro:
- ¿Para quién es, para ti? (sonrisita burlona, de cariquémeestáscontando)
- Sí (cara de asesina en serie, graduada cum laude en métodos de tortura)
- (Nuevo escaneado) Nooo... lo sieeento (teperdonolavidafoca), ¡no tenemos nada para ti! jajajaja...
Las tres fox. Ja-ja-ja-y-ja. Cuatro jas. Las tres a la vez. En perfecta sincronización. ¿Se han reído en mi cara? ¡¿Se-han-re-í-do-en-mi-ca-ra?!. Y entonces la Fox Queen se gira, en uno de esos movimientos a cámara lenta de anuncio de champú, el pelo al viento, los ojos entrecerrados, los perfectos dientes blancos ultrawhite alineados, dejando claro notengonadamásquehablarcontigoMobyDick... Las otras dos little fox, revolotean las pestañas a su alrededor... Y yo, desplegando toda mi asertividad y mis habilidades sociales, recojo mi autoestima del suelo, y nos vamos las dos de la tienda, con la boca cerrada y el cerebro diarreico.
Los de la mesa de caoba tienen éxito.