viernes, 8 de enero de 2016

Apagaos

Son las siete y media de la mañana. En un viernes en el que medio país todavía duerme y apura las últimas horas de vacaciones. Voy acurrucada, amodorrada mejor dicho, contra la ventana del autobús, escuchando a mis eternos Duran Duran, ahora más vivos (y más incomprendidos) que nunca. Diría que hace frío, pero sería faltar a la verdad. En toda mi vida recuerdo un diciembre con 18 y 19 ºC.  Me han vuelto a cambiar de lugar de trabajo (de sede) así que ahora tengo que coger dos autobuses, lo cual aumenta la probabilidad de que ocurran mis maravillosas historias del bus. Podría hablaros de que, en un momento determinado, ha empezado a oler a mierda. Literalmente. A alguien se le deben haber aflojado los polvorones y nos ha deleitado con aroma de o’de mèrd… Pero hoy quiero contaros otra cosa.

Con los ojos semicerrados veo, en la marquesina de una parada, un anuncio de la cadena de gimnasios DIR. Claro, primeros de enero. Lógico. Mucho gráfico y poca letra. Muy poca. Exactamente esta:
“70 actividades dirigidas a escoger. Más de 10.000 al mes. DIR.”

Estooo… vamos a ver… ¿nos hemos vuelto locos o qué? ¿Qué quieren decir con eso exactamente? Primero: lo he tenido que leer varias veces, porque, como además lo de DIR está más abajo y en pequeñito, al principio no sabía que era de un gimnasio y entendía que había 70 actividades dirigidas (pensadas/ideadas para) a escoger… y yo, ¿a escoger el qué? Segundo: ¿quieren decir que en un mismo gimnasio hacen más de 10.000 actividades dirigidas al mes? ¿O se refieren a todos los gimnasios de la cadena? ¿Me están diciendo que tienen un ejército de trainers, todos como locos, venga chicaaaassss, moved el culoooo, que se baje el turrónnnnnn….? Pues no caben en los metros cuadrados de todos los gimnasios. ¿Lo que quieren decir es que tengo que hacer 10.000 actividades al mes? ¿O 70 a la semana? ¿Puede que sea que me tengo que ir a vivir al gimnasio para poder hacerlo todo? Se supone que el deporte produce relax y bienestar, ¿no? ¡Sólo de pensarlo ya me estreso! Me recuerda a mi agenda en Marina d’Or…

¿Y de verdad hay 70 cosas diferentes para hacer? Porque esa es otra… tú mírate los nombres de las actividades: Bodypump, Bodycombat, Bodybalance, TBC, GAC, GAP, Duet suspensión training, Ciclyng virtual, Radikal, Duet Runners, Tabata... nombres muy intuitivos, y en inglés, por supuesto (no vas a decir Cuerpobomba, Combatedecuerpo, Cuerpobalanceado o Dos Corriendo... eso no vende). Que dices, menos el Aerobic de toda la vida, el Spinning, el Aquagym y el Zumba, todas las demás me suenan igual, es decir, que no me entero de para qué son...
- Nooo, en esta se trabajan piernas, glúteos y vientre.
- Ah… ¿y en esta?
- Piernas y glúteos.
- ¿Y en esta?
- Piernas, vientre y abdominales.
- Ah… ya, ya… ¿y en esta?
- Piernas, vientre y abdominales, pero encima de una pelota.
- what?!


Voy yo en esos avatares mentales, cuando, en otra marquesina, veo un anuncio de Mc Donald's, en el que hay una foto de varios productos y la siguiente leyenda:
“Nuevo My Combo. Elije tu producto.
Más de 200 combinaciones posibles”

¡Me cago en mis muelas! ¿¿200 combinaciones?? ¿Pero de verdad hace falta eso? ¿Y alguien ha pensado en el pobre "cocinero"? Pfffff....

Y es que estamos en la era de la exacerbación de los números. Pitágoras estaría contento. No se trata de calidad, sino de cantidad. Cuánto más, mejor. ¿Qué importa si mis hamburguesas o mis actividades (por seguir sólo con los ejemplos) sean una mierda? ¡Te ofrezco 200! ¡Te ofrezco 10.000! ¿A qué nadie más te ofrece tanto? Volvemos a lo mismo… ¿Es que me voy a comer 200 combinaciones de un menú? ¿Es que voy a hacer 10.000 actividades en un mes? El quid de la cuestión es que te crean la ilusión de elegir, de que eres libre y ¡tienes tantas cosas por hacer!. Es como ese truco que siempre explico a los padres para usar con los niños en plena edad de las rabietas: ¿qué camiseta quieres ponerte hoy, la roja o la verde? Hacemos creer al niño que elige, cuando en realidad, estamos eligiendo nosotros. De eso saben mucho los políticos y algunos jefes.
Las series, por poner otro ejemplo. Precisamente hoy lo comentaba con mis compañeros de trabajo. Para poder ver, ya no todas, sino algunas de las series que recomiendan como “buenas” o “buenísimas”, tendríamos que dejar de trabajar y pasarnos la jornada entera delante del televisor. Y ni aun así, creo yo. Así que te las descargas (piratas o de pago), las guardas y las pones en “lista de espera”. Que no las vas a ver en tu vida (las 6 temporadas de Juego de Tronos, las 6 de Lost, las 5 de Homeland, las 2 de True Detective, las 15 de Urgencias, las 12 de Anatomía de Grey, las 10 de Friends, las 5 de Breaking Bad......) ¡qué más da! Y lo a gustito que te sientes sabiendo que las tienes ahí, esperando…

Estamos sobreestimulados y sobreinformados. Tanto, que al final lo que estamos es desinformados. Internet, sin ir más lejos: uno de los mejores inventos de la Humanidad, sin lugar a dudas, es, a la vez, un arma de destrucción masiva. Posibilita que millones de personas en el mundo puedan hacerse oír. Para decir cosas importantes, interesantes, novedosas, intrascendentes o gilipolleces, directamente. Para opinar, para divertirse, para trabajar. Para ligar y para follar. Para reírse de uno mismo o de los demás. Para organizarse para matar. Para exacerbar los fanatismos. Para colaborar y para hacer el bien… La cantidad de mensajes, artículos, posts, tweets, etc etc, por segundo es brutal. Imposible de digerir. Y de nuevo, da igual la calidad de lo que se escriba. Lo importante es escribir. Y cuanto más, mejor. Hay que compartir hasta que hemos comprado una escobilla nueva para el WC. Y en eso me incluyo hasta yo (algunas veces).

Para tener acceso a las noticias. Eso me preocupa especialmente. ¿Qué está pasando con los medios de comunicación? Que son el cuarto poder y que nos manipulan como quieren, o, mejor dicho, como otros quieren que lo hagan, es algo que aprendí hace ya tiempo. Pero últimamente asisto con horror al espectáculo dantesco que ofrecen los periódicos digitales. Todos, sin excepción. Incluso aquellos que creía serios como El País, El Periódico o La Vanguardia. Unos mitos caídos. Suelo seguirlos desde las redes sociales, básicamente Facebook y Twitter, aunque algunas veces también voy a su página web directamente. Estos ¿periódicos? están confundiendo publicar noticias en las redes con ¿gilipollismo? ¿chabacanismo? ¿imbecilidad? Parece que, al tratarse de sitios virtuales dónde muchos vamos a divertirnos, no puedan publicar noticias serias y cada día cuelgan cosas tan interesantes y prometedoras como que Justin Bieber ha visto la foto de una niña española buenorra y ha preguntado quién es; que Giselle Bunchen es vegetariana; que un búho ha pasado volando muy cerca de una cámara de seguridad; o que una mujer ataca a su marido con gas pimienta por tirarse pedos. En verdad se lo agradezco. No podría dormir sin saber esas cosas.

Da igual lo que se escriba, ni cómo. Incluso con faltas de ortografía o gramática. ¿Que soy periodista? Da igual. ¿Que soy un becario? Da más igual todavía. Da igual si el titular confunde o las noticias son contradictorias. Más aún, da igual si son mentira. Lo que verdaderamente importa es publicar rápido. Rápido no: el primero. Y mucho. Y si, además, generas polémica o audiencia, mejor. A veces me da por pensar (bueno, lo siento, algunas veces pienso), en qué pasará dentro de dos mil años (si es que no hemos destruido la Tierra antes), cuando la gente quiera conocer/enseñar la historia. Porque nosotros ahora nos basamos en unos hallazgos (manuscritos, fósiles, huesos, objetos, mapas…) y en unos libros que escribieron nuestros antepasados para saber la historia del hombre. Pero, dentro de dos mil años… ¿qué se explicará sobre la década del 2000? ¿A qué noticias harán caso? ¿Cómo harán la selección?
Y otro efecto de esa sobreinformación, tanto por los medios “profesionales” como por los curritos de a pie, es que nos enteramos de los millones de despropósitos que ocurren en el mundo. Que a lo mejor antes ocurrían igual, pero al menos vivíamos en la ignorancia. Ojos que no ven… Porque se pone una mala. No se pueden ver/escuchar/leer las noticias. Y además con el consiguiente y peligroso efecto contagio que suponen algunas de esas noticias (suicidios, homicidios, prácticas peligrosas…).

En fin. No sé. Todo es mucho y muy deprisa. En general. Más, más, más. Sin parar. ¡Múltiples opciones! Está prohibido parar, descansar, aburrirse, no quedar, no conocer... ¡Qué estrés! El último: un anuncio de un antigripal que espero que hayan retirado ya, en el que se ve a una mamá con un bebé y dice algo así como "¿gripe? ¡no! ¡Las mamás no se pueden poner enfermas!" ¡¿Perdona?! Me voy a ahorrar los comentarios...
 
Apagaos. Apagaos de vez en cuando. Hay que seleccionar muy bien lo que dejar entrar en nuestro cerebro. Aunque para eso hay que tener un cerebro con capacidad para analizar, pensar… y en un país con semejante índice de fracaso escolar, dónde se premia y se venera a personajes como Kiko Rivera, Belén Esteban o El pequeño Nicolás –por decir sólo tres-, dónde nos preside (y vuelve a ser reelegido) un “señor” como Rajoy y dónde a muchos les interesa que seamos cuánto más tontos mejor, no sé yo si de eso abunda mucho.
Apagaos. Yo cada vez veo menos la TV, prácticamente nada. Leo menos la prensa y más novela. Disfruto más de las pequeñas cosas como un paseo por la montaña o meter los pies en el mar; cosas que, por suerte, puedo hacer cada vez que quiera a sólo diez minutos de mi casa. Cada vez me desconecto más de los estímulos y de la gente. Soy un poco más asocial. Será que me hago mayor.
Apagaos. Y todo esto os lo dice una que, hace ya un año, empezó a saturar un poco más el mundo virtual con la maravillosa aventura de este Blog. J

 

1 comentario:

  1. Quanta raó!!! Jo em quedo amb la meva filosofia Slow (en anglès, of course) i que sigui el que hagi de ser😆

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