sábado, 19 de agosto de 2017

Sí, los muertos de Barcelona me duelen más

Hoy escribo estas líneas con el corazón roto después del atentado yihadista que ha sufrido mi querida Barcelona. Mi Barcelona, mi ciudad, parte de mi identidad.

Porque sí, porque estas muertes me duelen más.

Antes de que me lapidéis, dejad que me explique.

Estos días las redes sociales y los medios de comunicación están que arden, con información y opiniones de todo tipo: verídicas y bulos, objetivas y parciales o partidistas, lo que añade más confusión y más desazón al tema. Además, con el anonimato que da estar detrás de la pantalla, hay gente que escribe gilipolleces o verdaderas atrocidades, como desear o celebrar las muertes por ideas políticas o relacionadas con el fútbol.

Y algunos de esos, dicen que somos unos hipócritas por lamentarnos de los muertos y heridos de Barcelona y Cambrils cuando no nos preocupamos por los cientos de muertos que se producen a diario en otras guerras, atentados, hambre, enfermedades, etc. alrededor del mundo.

A todos esos que habláis sin saber, sólo porque queda muy guay y muy políticamente correcto decir esas cosas, os cuento: una muerte es una muerte; un asesinato, es un asesinato. Pero no todos nos producen las mismas reacciones o sentimientos. Y no es que no nos importen las otras muertes, o que haya muertes de primera y de segunda, ni que seamos hipócritas, egoístas, insensibles o de doble moral. Te lo explica la psicología.

Verás:

  • La identificación es un proceso psicológico que hace que me sienta más cercana y empática con la comunidad a la que pertenezco, a las personas a las que me parezco y veo cada día, que a personas que pertenecen a otras culturas, con las que comparto pocas características, y que viven a miles de kilómetros de mis círculos vitales. Por eso me toca más de pleno un atentado que se ha cometido a 20 km. de mi casa que uno que se produzca a 5.000.  Por eso me afectan más algunas muertes, aquellas que sacuden mi identidad, sea esta social, psicológica, cultural, geográfica, política, de género, sexual... por ejemplo, las desgracias que les ocurren a los niños me afectan más desde que soy madre. Eso es así ¿Me hace eso menos humana?

  • Los seres humanos vivimos diariamente con la ilusión de la invulnerabilidad, una creencia o esquema mental de "a mí/aquí nunca me va a pasar nada" que permite que, la mayoría de nosotros, podamos salir de casa, tomar el metro, subir a un barco o a un avión, conducir, subirnos a una atracción de feria, etc. sin estar pensando continuamente que estamos en peligro. Es absolutamente imprescindible para vivir sin angustia o sin volverse loco. Pero cuando sucede una tragedia en mis círculos más cercanos, esa ilusión se quiebra, nos damos cuenta de que sí que puede pasar "a mí/aquí", en las calles que conozco y frecuento, a las personas que conozco y que quiero. A mí. Y eso hace estallar una de las necesidades más básicas, primarias y universales del ser humano: la necesidad de sentirse seguro. Afortunadamente, esa ruptura, si la elaboramos bien, es temporal, y, poco a poco, se vuelve a restablecer esa mentira de invencibilidad que nos decimos cada día para seguir viviendo en paz. Y ha de ser así. Sería inviable vivir continuamente sufriendo por lo que les ocurre a otros o lo que nos podría ocurrir. Nuestra psique no lo soportaría. De hecho, hay algunas personas a las que le sucede.

  • Cuando, día sí y día también, en los medios de comunicación se nos expone a imágenes e información sobre atentados, muertes, guerras... se acaba produciendo una desensibilización sistemática, es decir, el horror, dolor, miedo... que te produce inicialmente, va disminuyendo por el efecto de repetición. Es como que "te acostumbras" a verlo y "deja de importarte" (nótese bien el entrecomillado), así que sigues cenando y comentando con tu familia cómo te ha ido el día. No eres insensible. Eres humano. Tu cerebro te protege de vivir permanentemente en el horror. De hecho, es la técnica psicológica por excelencia para tratar las fobias, por ejemplo. Si a un paciente le da miedo algo, lo expones repetidamente a eso que le da miedo hasta que se le pasa. Y se le pasa, te lo aseguro.

Y eso por citar sólo algunos. Así que, no es que sea insensible (de hecho, cualquiera que me conozca un poco sabe que, precisamente, de lo que peco, es de hipersensibilidad), sino que soy humana y operan en mí esos y otros procesos psicológicos. Los mismos que explican (no justifican ni disculpan, pero sí ayudan a comprender) cómo alguien de 17 años es capaz de subirse a una furgoneta y embestir a personas ¡a niños! para acabar con su vida. La mente humana es muy compleja.


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