lunes, 31 de agosto de 2015

Un día de playa

Voy a la playa con dos amigas con las que no había ido nunca. Quedamos a las 11h de la mañana, niños incluidos, para ir a pasar el día. Yo, para no perder mis "buenas" costumbres, llego tarde... La que vive más lejos, es la primera que llega... ¿por qué pasarán esas cosas?

Mientras esperamos a la otra en el parking (increíblemente, no he sido la última), empiezo a descargar mi coche...

- Pero Yoli, ¡¿dónde vas con las sillitas?! (se parte)
- Uy, yo sí, ya como las yayas... es que no puedo tirarme en la toalla...
- ¡¿Pero qué dices?! (jajaja y jajaja) Yo me traigo la esterilla y ya está...
- ¿Y tampoco llevas sombrilla?
- ¡Qué va!
- Ah...
- ¡¿Y todas esas bolsas?! (se sigue partiendo)
- Pues la comida... la nevera, la bolsa de las toallas, la bolsa de los juguetes, dos sombrillas, las sillas... ¿¿tú sólo llevas una bolsa??
- ¡Claro! Dos esterillas y dos bocatas... ¡Madre mía! Estás mayor... Yo he trabajado hasta la una de la madrugada y a las ocho ya estaba arriba, y soy la que vive más lejos y la que ha llegado primera...
- Pues sí... Yo me puesto el despertador a las 9 y lo he apagado para seguir durmiendo...

Las dos meás de la risa. Llega la tercera amiga. Descarga su coche, y menos mal que ella también trae cargamento. En la arena, encontrar sitio para tanta gente es un poco complicado. Plantamos las cuatro sombrillas, las tres sillas y las dieciocho bolsas en un hueco y, como no podía ser de otra manera, cuando está todo acabado...

- Yoli, Yoli... se van unos señores de ahí delante, en primera línea... ¿qué hacemos, nos cambiamos?
- buffff... sí, claro... mejor para vigilar a los niños...

Hala. Transporting pieza a pieza. 20 minutos y aún no me he quitado la ropa. Cuando por fin lo hago, empieza la tediosa tarea de ponerse la crema bronceadora...

- ¿No os ponéis crema?
- Yo ya me la he puesto antes de salir de casa...
- No, yo nunca me pongo crema
- ¿¡Pero qué dices!? ¿Lo dices en serio?
- Sí... (se ríe) No me gusta, no me he puesto nunca...
- ¡¡Pero tú estás loca!! (le gritamos las dos a la vez)
- Oye, no, en serio, que es muy peligroso... que hay que ponerse crema...
- Ya, ya. Ya lo sé.
- Y hay que ponérsela media hora antes, no ahora. Yo soy la que mejor lo he hecho (sonríe).
- ¿¿Y no te quemas??
- No.
- ¡Pero tía! Oye, no, que ahora te lo digo pero muy en serio, que hay que ponerse, que el sol es muy malo y luego de mayor puedes tener cáncer de piel...
- Ya lo sé, ya lo sé... (ahora sí lo dice seria)
- ¡¿Y a los niños tampoco les pones?!
- No... soy una mala madre (y se parte)
- ¡Ay Dios Mío! Sí que eres una mala madre... (y nos reímos por no matarla, porque quererla, la queremos).

Una vez colocados los bártulos y embadurnado todo el mundo (menos la Temeraria y su hijo), toca ir al agua... ¡Hostia qué olas! Llevamos todo el verano disfrutando de una playa espectacular, con un agua cristalina y tranquila, como hacía muchísimos años que no se veía... y justo hoy que vengo con amigas, bandera amarilla y temporal. Pero bueno, esa es la clase de cosas que me pasan a mí, ya lo sabéis. De todas formas, "olas en la playa" es música celestial para los oídos de los niños... ¿o no? Menos para los de mi amiga. La Temeraria no, la otra.

- Uy uy, ¡qué olas! Los niños que no se metan, ¿no?
- ¿Cómo que no? Si tampoco son para tanto, mujer... ¿que no saben nadar?
- Bueno... el nene muy poco y la nena no... ¡que es pequeña!
- Tranquila, ya estamos al tanto...
- Ay no, ¡qué miedo!
- ¡Pero si lo chulo es saltar las olas!
- ¡¡Y además está tu marido!! (ha venido con él porque ella sola no se atrevía a venir con los dos niños)

Total, que nos bañamos la Temeraria, el marido de la Angustias, yo y todos los niños, menos la nena, que se queda en la orilla con su madre. La verdad es que las olas son más molestas que peligrosas, así que nos salimos pronto a darle a la sin hueso. De eso sí que sabemos. Nos pasamos el día cascando y cascando, sobre todo la Temeraria y yo, porque la Angustias parece Correcaminos.

Se sienta, se levanta...
- ¿dónde está Martina?
- con el Jooordi...
- ah, vale...
- oye, no me estoy enterando de nada, tenemos que quedar otra vez, pero sin niños...
- no te preocupes, ven, que lo vuelvo a repetir...
Después de siete vueltas, dos juegos de palas y una visita a la ducha, se sienta...
- bufff... ¡qué estrés! ¿ves por qué no quería yo venir con los niños? a ver, dime...
¡¡Pero si están con su marido!! Rebobino media hora atrás...
- te hago un resumen: pues que bla y bla y bla...
A los cinco minutos...
- espera, ¿dónde está Martina?
- en la oriiiilla... con mis hiiiijos....
- a ver si se va a meter al agua...
- que nooo, tranquiiiila, que controlan... venga, concéntrate...

Y sigo. Se sienta, se levanta, se sienta, se vuelve a levantar... Comemos. Se levanta cien veces más...
- no, ahora no os podéis bañar, tenéis que esperar a hacer la digestión...
¡¡¡¿en serio?!!! Temeraria y yo ya tenemos la mandíbula desencajada...
- ¡¡Angustias por favor!! ¡Que eso es de los años 70!
- Mama, ¿no nos podemos bañar? (me preguntan mis hijos con los ojos como platos)
- Sí hijos, sí... ¡si ni siquiera sabéis lo que es la digestión!
- pero ¿qué dices? Los míos no... hay que esperar dos horas...
- ¡alma de cántaro! Si esperamos dos horas, nos tenemos que ir de la playa...
Temeraria y yo muertas de la risa... por suerte, ella también...
- ¡niños! ¡Que no os podéis bañar hasta las ocho de la tarde!
- a ver si os va a dar un corte de digestión...
- ¡oye! ¡Dejad de meteros ya conmigo! (se ríe)
- ¿dónde están los niños?
- con el Jordiiii... ¡¡en el agua!!
- ¡Martina! ¡¡no te acerques al agua!! No me entero de ná de lo que habláis... Venga, va, me siento un rato...
Yo sigo...
- Yoli, ¿te da igual que te esté dando el sol en el móvil? (me interrumpe)
- jooodeeeerrrr....
Nos morimos de la risa... y sigo. Me vuelve a interrumpir...
- Jordi, ten cuidado, tienes la cabeza en la arena...
- ¡¡Déjame vivir!! (le suelta el marido... en broma. ¡Supuestamente!)
- ¿Qué, Jordi, os tiene acojonaos, eh?
Se levanta, se vuelve a sentar... Yo sigo, hablando con la Temeraria, por supuesto...
- oye, que no me estoy enterando de naaa... tenemos que quedar otra vez, pero sin niños...
Se levanta, juega a palas, hace castillos, se sienta, se levanta, se va a la ducha, se vuelve a sentar...
- ¿qué dices?... ¿niños, queréis merendar? ¡Marc, toma una galleta!
- ¿no me va a sentar mal, mami? (le dice la criatura)
Todas las onomatopeyas que puedan representar la risa se quedan cortas. Las tres lloramos, descojonadas...
- No, no te la comas, hijo, que te va a dar un corte de digestión...
- ¿Veis? Si yo no soy, son ellos, que son muy aprensivos... yo no les digo nada, pero el nene sobre todo no le gusta el agua, y le da miedo que le dé un corte de digestión...
Nos partimos. Temeraria y yo hace horas que no hemos movido el culo de las sillas. De esas sillas que, por cierto, ha criticado en el parquin.
- ay... es que no sé qué me pasa... yo cuando era niña me acuerdo que me metía también en las olas... pero ahora... ¡es que me da un miedo! Y si el agua me cubre la cabeza, me desoriento, y ya no sé dónde estoy...

A todo esto, resulta que mi hija y el hijo de Temeraria se han hecho "novios". Los descubrimos tumbados en las esterillas, cabeza con cabeza, manos entrelazadas... ¡¡¿¿pero esto qué es??!! Se pasan todo el día juntitos, él la coge por los hombros, ella se deja hacer...

Summer Love

- ¡Cariño! ¡Si te metes, mójate primero las muñecas y la nuca!
¿¿Le habla a su hijo de 8 años o al yayo de 80 que está al lado??
- Yo me voy a tener que ir ya... tengo que ir a trabajar... Pero luego seguimos por wasap...
- Jo tía, ¿cómo aguantas? ¡Tienes una marcha!
- Ya te digo Yoli, yo estoy ahora mejor que nunca... y cuando salgo del trabajo, llego a casa duchadita y... ¡despierto a mi marido, que está encantado con mi horario! (se peta, picarona)
- ¿todas las noches?
- ¡casi todas!
- ¡eres una máquina!
- yo sí... y ganas de salir y bailar, como la que más...
- ya sé a quién ha salido el niño...
- ¡madre mía, qué olas! Oye, ya no os metáis más... poneos ahí en la orilla a hacer castillos...
- venga sí, cariños... que ahora las olas ya son más grandes... ¡y a la Angustias le va a dar algo!
- ¡y no os mojéis eh!
Los niños en la orilla, haciendo castillos, el agua apenas les llega a lamer los pies...
- mamaaaa... me he mojado sin querer el bañador... (el nene)
- mami, yo también me he mojado un poquito (la nena)
- ¿si me como una galleta me sienta mal?
Temeraria-Marchosa se va entre terribles sufrimientos hilarantes. Yo me quedo. Soy masoca.
- ¡Martina! ¡Ten cuidado! No te vayas pa'l agua... ay, ay...
Se levanta. A Martina el agua no le cubre ni medio centímetro de la base del pie...
- Angustias... ¿tú sufres mucho, no?
- Pues sí.

Total, que me voy de la playa con dolor de estómago de tanto reír, la cara quemada (con tanto lío me he olvidado de ponerme crema) y un cansancio terrible sólo de verla... Eso sí, con un amor infinito por ambas, de esos amores que no son sólo de verano.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Marina d'Or: vacaciones de ciudad

Unas semanas antes de coger las vacaciones, estaba de mala hostia porque aún no teníamos nada planificado para este verano. Como cada año, cualquier cosa que miro me parece un atraco a mano armada y, cuál pensamiento digno de un obsesivo-compulsivo, me viene a la cabeza una y otra vez; "to el puto año trabajando como una imbécil, pa no poderme pagar una mísera semana de vacaciones". Y, como cada año, acabo haciendo el esfuerzo económico y dejándome llevar como un borrego por la creencia popular de que, si no haces un viaje, no estás disfrutando de tus vacaciones.

Kaa, "El Libro de la Selva"
Así que, venga: a mirar y mirar páginas por Internet, que me sentía como el tío ese del anuncio; sólo faltaba que me limpiaran la cara con una bayeta. En estos momentos, tengo a mis hijos en edades un poco complicadas (13 y 9) para hacer lo que a mí me apetecía: visitar y conocer una ciudad o estar todo el día tumbada a la bartola. Así que tenía que buscar una opción que satisficiera, en la medida de lo posible, las necesidades de todo el mundo (J no cuenta, él siempre se adapta, jajajaja).

Buscando, buscando, me topé con una "oferta" en Marina d'Or. Ostras, esto me suena casposo, like Benidorm o Torremolinos, pero voy a mirar a ver qué. Y resulta que, a priori, reunía los requisitos que yo estaba buscando: podía estar todo el día en una tumbona, con una Coca-Cola en la mano, mientras mis hijos tenían un millón de actividades por hacer. En cuanto al precio, por supuesto que un atraco, pero yo, en esos momentos ya no oía sino los cantos de sirena de la teleoperadora, que se me pusieron los ojos como a Kaa, la serpiente de El Libro de la Selva... Así que contraté 6 días, 5 noches, lo máximo que podía pagar.

Eso sí, ya que vamos, ¡vamos a lo grande! Pulserita todo incluido, tanto de bebida y comida, como de parques de ocio. Porque resulta que, para los que no la conozcáis, Marina d'Or es una "ciudad", al lado de Oropesa del Mar, en Castellón (España), compuesta por un complejo de varios hoteles, apartamentos, tanto de venta como de alquiler, restaurantes, comercios, servicios, etc. y también tiene seis o siete parques de ocio entre los que se encuentran un balneario, un parque acuático, un parque de atracciones, un parque de aventuras, etc., todo eso, a pie de playa. Un paraíso, vamos.

Como lo reservé con tan poco tiempo de antelación, tuve que adaptarme a lo que quedaba: una habitación doble con sofá cama, en el hotel más grande que tienen, de cuatro estrellas. Vale, sin problema.  Si tengo que destacar algo positivo de estas vacaciones es la amabilidad del personal, que, sin duda, para lo puteados que deben estar, son todo atenciones y sonrisas. Al llegar a recepción, una señora rusa me da la llave de la habitación e información suficiente para estar leyendo siete días más de los que voy a estar... ¿no tenéis un mozo que me suba los folletos a la habitación... o esto forma parte del plan del entrenador personal?  Además, me regalan una tarjeta con 50€ para gastar en las tiendas y siete tratamientos de belleza o relax en el balneario, por adulto.

- ¿Dónde está el truco?
- No, señora, no hay truco (sonrisa).

¡Joder! ¡Qué generosos! Estas vacaciones prometen. Todo un relax...

Pero esto es como el dicho: prometer hasta meter... Supuestamente, tengo todo incluido, TODO. Pero pronto empiezan las sorpresas. Dejamos las maletas en la habitación y vamos a la cafetería a comer algo, ya que son las 16h y el servicio buffet ha terminado. El TI de bebidas y comidas, es el peor que he visto nunca. Ya sabéis que soy abstemia, así que sólo pido Coca-Cola, no creo que les arruine... Pues nada, de garrafón, más mala que la del McDonald's. Bueno, voy a pedir un bikini... bufffff... ¡ni os lo describo! Patatas fritas: a granel. Palomitas: no entran. Un bocata: no entra. Un helado: no entra... Tic tac, tic tac... Bueeeeno... no es lo más importante.

La habitación. Correcta. Para dos, bien; para cuatro, justita, pero bastante limpia y con espacio suficiente para moverte. TV con siete u ocho canales nada más, pero bueno, aquí no he venido a ver la TV. En el baño, ¡ducha de hidromasaje! ¡Qué guay! Ah no, que no funciona... Al segundo día, no nos reponen el papel higiénico (sólo había un rollo) y nos dejan dos toallas en lugar de cuatro. Y al tercer día. Cagar calculando los centímetros de papel que tienes. Un relaaax...


Hotel Gran Duque, Marina d'Or
El hotel, un tres estrellas de rasqui-cobra. Las instalaciones comunes bastante correctas, sobre todo las piscinas, pero todo bastante sucio. Gigante, no sé si nos dijeron unas 600 habitaciones y alojadas unas 2.300 personas. Normal que luego pasara lo que pasaba. Lo peor de todas las vacaciones, con diferencia, el buffet. Pobre, repetitivo, mediocre y, sobre todo, sobre todo, ¡masivo! Eso era como la guerra, supervivencia en estado puro. Llegó un momento en que pensé que a la entrada nos iban a dar un kit de camuflaje. Un verdadero caos. Pocos camareros, no daban a basto a reponer, te podías quedar sin platos o cubiertos para seguir comiendo, la Coca-Cola seguía siendo de garrafón (¡menos mal que no me da por pedir JB!) y los platos y postres "buenos" se volatilizaban antes de llegar a olerlos siquiera. Tendrían que haber puesto carriles de atletismo alrededor de las barras de servicio... ¡Señora! ¿Quiere devolverme la patata que me ha quitado del plato?  Eso, por no hablar de los decibelios: mil personas comiendo a la vez, de las cuales, más de la mitad eran niños. Niños pequeños. Que lloran, que gritan, que vomitan, que dan golpes en la mesa, que rompen vasos y platos, que berreeeaaaan... ¡Ay! He descubierto que ya no tengo paciencia para aguantarlo. Y en el desayuno... ¡sorpresa! ¡Que vienen las mascotas a saludar! Hala. Una marabunta de niños y las tontas de sus madres a hacerse la foto. Todo de un relax....

Piscina. Hotel Gran Duque, Marina d'Or.

Las piscinas, bien. Varias, grandes y limpias. Pero, de la misma forma, estoy a punto de llamar a Tom Cruise para que me encuentre dos hamacas libres. Y en el bar de la piscina, adivinad: ah, no, aquí no le entra el todo incluido (sonrisa). Punto positivo, el Aquagym y la animación infantil.





El ocio. A ver, la primera en la frente:

- chicos, chicos, esta tarde, para empezar, vamos a los karts.
- ¡Bieeen! ¡¡Bieeeen!!
- Ah no... los karts no entran en el TI Ocio (sonrisa).
- ¿Cómo? Me dijeron que entraba todo, que lo único que quedaba excluido era la chorrada esa del Humor Amarillo...
- No señora, lo siento. Los karts no entran. Son 28 €.

28 € los niños solos, claro. Y suben, claro. 8 minutos. 28 €. ¡¡o-cho-mi-nu-tos-ve-in-ti-o-cho-e-u-ros!!
Vamos al parque de atracciones, al miniparque, mejor dicho. Es algo intermedio entre la feria de mi pueblo y el Tibidabo. Al menos, esto sí entra. Pero la mitad de las atracciones, estropeadas o fuera de servicio. Una pista de "hielo" con el suelo de plástico, dónde mi hija, experta patinadora, un poco más y se hace una autocesárea. Vamos al parque acuático. Bueeeno, aceptamos barco. Pequeño, pero correcto.

Lo que sí que está bien es el balneario, de agua marina. Tenemos acceso ilimitado y los tratamientos. Me hago un masaje craneal, uno facial, uno de pies, un peeling facial, una mascarilla hidratante y no sé cuántas cosas más, ya que J sólo utiliza dos de sus vales. Eso sí, los tratamientos duran 15 o 20 minutos, dependiendo de lo que te hagas. Si quieres "un completo", dling dling... money cash. Aaaah... ahí está el truco: cuando ya te tienen blandita, derretida y deseando más, paran. Si quieres seguir, paga. Eso me recuerda a una digna profesión...

Y luego, ¡qué estrés! Sólo hemos contratado tres días de TI Ocio, así que hay que aprovecharlos. Pero todos los parques tienen el mismo horario (menos el balneario y el parque acuático) y encima, coordinarlo con las actividades que se hacen en el hotel... bufff... corriendo p'aquí, corriendo p'allá...

- ¿mañana qué hacemos? tengo hora para hacerme un masaje...
- bueno, pues vamos primero al parque acuático
- pero no nos dará tiempo a comer
- es que por la tarde hay que ir al taller de Wii y al de Hip Hop, a la piscina, el parque de atracciones, cenar y el espectáculo, y tengo hora yo para el masaje...
- ah bueno... pues nos levantamos a las seis...

Todo de un relaaax... Exagero un poco. Pero sólo un poco. Demasiadas actividades. Tenemos la playa a una calle de distancia, pero, ¡¡teniendo tantas cosas por hacer!! ya iremos, ya iremos... Cuando no tengamos el TI... el penúltimo día, nos acercamos: nublado, bandera amarilla, unas olas que ríete tú de Tarifa... No duramos ni media hora. Vuelta a la piscina y a pegarte para encontrar una hamaca.

Y del ocio nocturno... ¿qué os puedo decir? Es que me quedé sin palabras... Cartel: "Disfrute de nuestros espectáculos nocturnos con estrellas de primera línea" o algo así... Bueno, a ver qué traen. Cada noche, en la piscina del hotel, una varieté distinta, que empieza a las diez y acaba a las doce. ¿Perdón? ¿Esto es horario español? Pero si a las diez en mi casa, en invierno, en jornada laboral, estoy cenandoooo... Huy, corre, corre, vamos a cenar rápido a ver qué hay... Todo de un relax...

La primera vez que vamos es el tercer día, porque por supuesto, las dos noches anteriores hemos estado muy ocupados... Anuncian "La fiesta de las décadas de los 70, 80 y 90".

- ¡ostras! Esta noche sí que tiene que estar guay... Esta noche sí que vamos ¿eh?
- mama, maaamaaaaa... es que es la última noche que tenemos lo del ocioooo... queremos ir al parque de atraccioneeeees...
- bueno, pues como yo estoy muy cansada, ya me quedo yo y vais con papá, y cuando cierren el parque, venís al bar... ¡no me lo pierdo! Quiero bailar como una loca... si puedo...
- ¡vale!

Así que cenamos pronto, ellos se van y yo me maqueo: vestido nuevo de leopardo, bisutería y complementos nuevos, flequillo planchado, maquillaje. Lista para tigrear. Llego a la terraza y me encuentro un espectáculo, mezcla de música y magia, que yo creo que estaba patrocinado por José Luis Moreno. El mago, penoso, contando unos chistes tan viejos y malos que no se los debe reír ni su madre. La música, una "orquesta" que, si la contratan en las fiestas de mi barrio, suben al escenario las viejas con los bastones y les pegan. O eso, o se ponen ellas a cantar.

Y todo el espectáculo presentado por una animadora que lleva desde las diez de la mañana batallando con los niños en la piscina, que le ha dado tiempo a cambiarse la camiseta azul por una negra y ya está... ¿¿cómo va a tener energía ni ganas de presentar semejante mierda??  ¿¿¿Y el volumen??? Tienen los altavoces que, a su lado, la Preysler ofreciéndote un Ferrero Rocher, es una verdulera. Yo creo que ahí un mosquito se tira un pedo y lo oigo. Vamos a ver... si estás ofreciendo un espectáculo/concierto, al menos que se oiga a más de un metro y medio de distancia, ¿no?

¿Pero hoy no era la fiesta de los 80?  Ah, sí. Empieza a las 23:15 h. La "fiesta" consiste en tres bailes,  literalmente, tres: un rock and roll, una canción de Alaska y una de los Back Street Boys, que hacen los bailarines del hotel. Entre cada una de las canciones, sale el mago a deleitarnos con su talento. Estoy por tirarle una de mis sandalias nuevas, si no fuera porque me gustan mucho. La suerte es que, como apenas oigo lo que dice... El pedazo de "show" acaba a las 23:45 h. porque el último cuarto de hora de los espectáculos lo dedican al baile de las mascotas... Cada noche se turnan dos personajes entre un tiburón, Neptuno, un pulpo, un loro, un perro, un gato y un ¿tejón?, y suben al escenario a cantar, entre otras delicias, la puta canción del Pollito Pío y el himno de Marina d'Or. No daba crédito. Como sé muy bien que no me ibais a creer, aquí os dejo un trocito de vídeo...



Así que, a las doce y dos minutos, estoy metida en la cama sin haber dado ni un paso de baile y con una depresión profunda, viendo Mentes Criminales. Cuando llegan J y los niños, se lo cuento y les digo que es un espectáculo que no se pueden perder, así que los dos días siguientes vamos a verlo sólo para partirnos el culo.

El tercer día, sobre todo por el tema del papel higiénico y el buffet, J va a recepción a quejarse. El muy fino, le dice:

- que tengo a mi mujer en el baño, esperando, porque no tenemos papel...  (cosa que era mentira. Que yo estuviera esperando, no que no tuviéramos papel...)
- no se preocupe, ahora mismo llamo para que se lo repongan (sonrisa).

Se queja también del buffet y de que hay muchas cosas estropeadas... La respuesta del recepcionista es que toma nota y que, para solucionar lo de la comida, es que hay que ir antes, nada más abrir el comedor... ¿Perdona? ¿Estoy de vacaciones y tengo que estar pendiente de ir a comer a determinada hora porque si no me quedo sin comer?  Lo que yo decía, todo de un relax... J pide hablar con Atención al Cliente. Todo sonrisas y amabilidad. Miraremos a ver qué podemos hacer. Cuando volvemos de la piscina nos encontramos cuatro toallas y, tirado en medio del baño, un paquete entero de rollos de papel... ¡ahí tenéis, cagones!, debió pensar la camarera de pisos, y, para que os jodáis, ahora tiro tu carísimo perfume por toda la habitación... La madre que la parió. Lo que sí hicieron fue "regalarnos" una cena en otro de sus hoteles de cuatro estrellas, dónde estarán ustedes más tranquilos. Por supuesto. Es un hotel mucho más pequeño, con un buffet, una carta y un servicio mucho mejor, así que, por lo menos esa noche, cenamos bien.

Marina d'Or tiene el lema "Ciudad de Vacaciones", pero debería ser al revés: vacaciones de ciudad, porque no me he podido alejar de las aglomeraciones, las colas y el estrés, todo a precio de oro, porque eso sí, el nombre que se lo respeten: "Marina de Oro", que es de lo que podrán construir sus hoteles, al paso que van...

En fin. Es un sitio para ir con niños pequeños (de 8-9 para abajo), reconozco que para ellos está muy bien, pero asumiendo que TU no lo vas a pasar bien, a menos que te regodees en tu rol materno (miiira... ¡qué bien se lo paaasa!, ay sí... qué monooo... qué caritaaaa)  que no es mi caso. Tiene pretensiones de un mini EuroDisney, con sus mascotas y su cabalgata, pero se le queda lejos, lejos... menos en el precio, que yo creo que le gana de goleada. Pero vamos, ¿qué me podía esperar de un sitio que está ubicado en Oropesa, dónde pasaba sus vacaciones Aznar?  (buf! da grima asociar este nombre a mi Blog...)


Alumbrado de Marina d'Or