Mientras esperamos a la otra en el parking (increíblemente, no he sido la última), empiezo a descargar mi coche...
- Pero Yoli, ¡¿dónde vas con las sillitas?! (se parte)
- Uy, yo sí, ya como las yayas... es que no puedo tirarme en la toalla...
- ¡¿Pero qué dices?! (jajaja y jajaja) Yo me traigo la esterilla y ya está...
- ¿Y tampoco llevas sombrilla?
- ¡Qué va!
- Ah...
- ¡¿Y todas esas bolsas?! (se sigue partiendo)
- Pues la comida... la nevera, la bolsa de las toallas, la bolsa de los juguetes, dos sombrillas, las sillas... ¿¿tú sólo llevas una bolsa??
- ¡Claro! Dos esterillas y dos bocatas... ¡Madre mía! Estás mayor... Yo he trabajado hasta la una de la madrugada y a las ocho ya estaba arriba, y soy la que vive más lejos y la que ha llegado primera...
- Pues sí... Yo me puesto el despertador a las 9 y lo he apagado para seguir durmiendo...
Las dos meás de la risa. Llega la tercera amiga. Descarga su coche, y menos mal que ella también trae cargamento. En la arena, encontrar sitio para tanta gente es un poco complicado. Plantamos las cuatro sombrillas, las tres sillas y las dieciocho bolsas en un hueco y, como no podía ser de otra manera, cuando está todo acabado...
- Yoli, Yoli... se van unos señores de ahí delante, en primera línea... ¿qué hacemos, nos cambiamos?
- buffff... sí, claro... mejor para vigilar a los niños...
Hala. Transporting pieza a pieza. 20 minutos y aún no me he quitado la ropa. Cuando por fin lo hago, empieza la tediosa tarea de ponerse la crema bronceadora...
- ¿No os ponéis crema?
- Yo ya me la he puesto antes de salir de casa...
- No, yo nunca me pongo crema
- ¿¡Pero qué dices!? ¿Lo dices en serio?
- Sí... (se ríe) No me gusta, no me he puesto nunca...
- ¡¡Pero tú estás loca!! (le gritamos las dos a la vez)
- Oye, no, en serio, que es muy peligroso... que hay que ponerse crema...
- Ya, ya. Ya lo sé.
- Y hay que ponérsela media hora antes, no ahora. Yo soy la que mejor lo he hecho (sonríe).
- ¿¿Y no te quemas??
- No.
- ¡Pero tía! Oye, no, que ahora te lo digo pero muy en serio, que hay que ponerse, que el sol es muy malo y luego de mayor puedes tener cáncer de piel...
- Ya lo sé, ya lo sé... (ahora sí lo dice seria)
- ¡¿Y a los niños tampoco les pones?!
- No... soy una mala madre (y se parte)
- ¡Ay Dios Mío! Sí que eres una mala madre... (y nos reímos por no matarla, porque quererla, la queremos).
Una vez colocados los bártulos y embadurnado todo el mundo (menos la Temeraria y su hijo), toca ir al agua... ¡Hostia qué olas! Llevamos todo el verano disfrutando de una playa espectacular, con un agua cristalina y tranquila, como hacía muchísimos años que no se veía... y justo hoy que vengo con amigas, bandera amarilla y temporal. Pero bueno, esa es la clase de cosas que me pasan a mí, ya lo sabéis. De todas formas, "olas en la playa" es música celestial para los oídos de los niños... ¿o no? Menos para los de mi amiga. La Temeraria no, la otra.
- Uy uy, ¡qué olas! Los niños que no se metan, ¿no?
- ¿Cómo que no? Si tampoco son para tanto, mujer... ¿que no saben nadar?
- Bueno... el nene muy poco y la nena no... ¡que es pequeña!
- Tranquila, ya estamos al tanto...
- Ay no, ¡qué miedo!
- ¡Pero si lo chulo es saltar las olas!
- ¡¡Y además está tu marido!! (ha venido con él porque ella sola no se atrevía a venir con los dos niños)
Total, que nos bañamos la Temeraria, el marido de la Angustias, yo y todos los niños, menos la nena, que se queda en la orilla con su madre. La verdad es que las olas son más molestas que peligrosas, así que nos salimos pronto a darle a la sin hueso. De eso sí que sabemos. Nos pasamos el día cascando y cascando, sobre todo la Temeraria y yo, porque la Angustias parece Correcaminos.
Se sienta, se levanta...
- ¿dónde está Martina?
- con el Jooordi...
- ah, vale...
- oye, no me estoy enterando de nada, tenemos que quedar otra vez, pero sin niños...
- no te preocupes, ven, que lo vuelvo a repetir...
Después de siete vueltas, dos juegos de palas y una visita a la ducha, se sienta...
- bufff... ¡qué estrés! ¿ves por qué no quería yo venir con los niños? a ver, dime...
¡¡Pero si están con su marido!! Rebobino media hora atrás...
- te hago un resumen: pues que bla y bla y bla...
A los cinco minutos...
- espera, ¿dónde está Martina?
- en la oriiiilla... con mis hiiiijos....
- a ver si se va a meter al agua...
- que nooo, tranquiiiila, que controlan... venga, concéntrate...
Y sigo. Se sienta, se levanta, se sienta, se vuelve a levantar... Comemos. Se levanta cien veces más...
- no, ahora no os podéis bañar, tenéis que esperar a hacer la digestión...
¡¡¡¿en serio?!!! Temeraria y yo ya tenemos la mandíbula desencajada...
- ¡¡Angustias por favor!! ¡Que eso es de los años 70!
- Mama, ¿no nos podemos bañar? (me preguntan mis hijos con los ojos como platos)
- Sí hijos, sí... ¡si ni siquiera sabéis lo que es la digestión!
- pero ¿qué dices? Los míos no... hay que esperar dos horas...
- ¡alma de cántaro! Si esperamos dos horas, nos tenemos que ir de la playa...
Temeraria y yo muertas de la risa... por suerte, ella también...
- ¡niños! ¡Que no os podéis bañar hasta las ocho de la tarde!
- a ver si os va a dar un corte de digestión...
- ¡oye! ¡Dejad de meteros ya conmigo! (se ríe)
- ¿dónde están los niños?
- con el Jordiiii... ¡¡en el agua!!
- ¡Martina! ¡¡no te acerques al agua!! No me entero de ná de lo que habláis... Venga, va, me siento un rato...
Yo sigo...
- Yoli, ¿te da igual que te esté dando el sol en el móvil? (me interrumpe)
- jooodeeeerrrr....
Nos morimos de la risa... y sigo. Me vuelve a interrumpir...
- Jordi, ten cuidado, tienes la cabeza en la arena...
- ¡¡Déjame vivir!! (le suelta el marido... en broma. ¡Supuestamente!)
- ¿Qué, Jordi, os tiene acojonaos, eh?
Se levanta, se vuelve a sentar... Yo sigo, hablando con la Temeraria, por supuesto...
- oye, que no me estoy enterando de naaa... tenemos que quedar otra vez, pero sin niños...
Se levanta, juega a palas, hace castillos, se sienta, se levanta, se va a la ducha, se vuelve a sentar...
- ¿qué dices?... ¿niños, queréis merendar? ¡Marc, toma una galleta!
- ¿no me va a sentar mal, mami? (le dice la criatura)
Todas las onomatopeyas que puedan representar la risa se quedan cortas. Las tres lloramos, descojonadas...
- No, no te la comas, hijo, que te va a dar un corte de digestión...
- ¿Veis? Si yo no soy, son ellos, que son muy aprensivos... yo no les digo nada, pero el nene sobre todo no le gusta el agua, y le da miedo que le dé un corte de digestión...
Nos partimos. Temeraria y yo hace horas que no hemos movido el culo de las sillas. De esas sillas que, por cierto, ha criticado en el parquin.
- ay... es que no sé qué me pasa... yo cuando era niña me acuerdo que me metía también en las olas... pero ahora... ¡es que me da un miedo! Y si el agua me cubre la cabeza, me desoriento, y ya no sé dónde estoy...
A todo esto, resulta que mi hija y el hijo de Temeraria se han hecho "novios". Los descubrimos tumbados en las esterillas, cabeza con cabeza, manos entrelazadas... ¡¡¿¿pero esto qué es??!! Se pasan todo el día juntitos, él la coge por los hombros, ella se deja hacer...
Summer Love |
- ¡Cariño! ¡Si te metes, mójate primero las muñecas y la nuca!
¿¿Le habla a su hijo de 8 años o al yayo de 80 que está al lado??
- Yo me voy a tener que ir ya... tengo que ir a trabajar... Pero luego seguimos por wasap...
- Jo tía, ¿cómo aguantas? ¡Tienes una marcha!
- Ya te digo Yoli, yo estoy ahora mejor que nunca... y cuando salgo del trabajo, llego a casa duchadita y... ¡despierto a mi marido, que está encantado con mi horario! (se peta, picarona)
- ¿todas las noches?
- ¡casi todas!
- ¡eres una máquina!
- yo sí... y ganas de salir y bailar, como la que más...
- ya sé a quién ha salido el niño...
- ¡madre mía, qué olas! Oye, ya no os metáis más... poneos ahí en la orilla a hacer castillos...
- venga sí, cariños... que ahora las olas ya son más grandes... ¡y a la Angustias le va a dar algo!
- ¡y no os mojéis eh!
Los niños en la orilla, haciendo castillos, el agua apenas les llega a lamer los pies...
- mamaaaa... me he mojado sin querer el bañador... (el nene)
- mami, yo también me he mojado un poquito (la nena)
- ¿si me como una galleta me sienta mal?
Temeraria-Marchosa se va entre terribles sufrimientos hilarantes. Yo me quedo. Soy masoca.
- ¡Martina! ¡Ten cuidado! No te vayas pa'l agua... ay, ay...
Se levanta. A Martina el agua no le cubre ni medio centímetro de la base del pie...
- Angustias... ¿tú sufres mucho, no?
- Pues sí.
Total, que me voy de la playa con dolor de estómago de tanto reír, la cara quemada (con tanto lío me he olvidado de ponerme crema) y un cansancio terrible sólo de verla... Eso sí, con un amor infinito por ambas, de esos amores que no son sólo de verano.