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jueves, 18 de junio de 2015

De casa, hay que salir meado.

Hoy, Mediterráneamente, he ido a comer con mis compañeros de trabajo. Porque ya no sólo se celebra una comida en Navidad, sino que está también la de verano. Como digo, muy mediterráneo. El entorno elegido, ideal: una terraza a orillas del mar. Un restaurante bueno, moderadamente económico, comida sabrosa, una brisa agradable y unas vistas relajantes. Peeero... todo tiene un pero, si no, ¿cómo iba yo a escribir mi Blog? :-)

Después de una mañana un poco estresante, estaba yo en plan más bien observador, y me fijo en que esa playa no es para familias. Aquello era un escaparate mezcla de Fitness Special K y Chocolates El Gorriaga. Ni una tripa, ni un michelín, nadie feo. Todo el mundo por debajo de los 30 (años y talla). Nada de fofisanos, eso es un cuento chino. Los chicos haciendo flexiones y jugando estilosamente a palas; las chicas, paseando palmito, con minibikinis fluorescentes, piel morenaza y melena al viento, en ese gesto estudiado de hayqueverquémonasoy... Buf, menos mal que sólo hemos venido a comer...

Sigo yo en mis delirios internos, cuando me comentan mis compañeros que en el lavabo tengo tema para mi Blog... Me cuentan que hay un señor que amablemente te acompaña, te abre la puerta y el grifo para lavarte las manos. Vamos a ver... ¿es que estamos en los lavabos de Gucci? Pienso que me están tomando el pelo, pero cuando, al final de la comida, voy al baño, puedo comprobar con mis propios ojos lo flipante que es el mundo de los lavabos. Cuando creías que los habías visto todos, pues no, siempre te sorprenden.

Resulta que sí, que hay un chico, sonrisa Profident, que te saluda buenosdiassss, pronunciando mucho la "s" final, mientras te abre la puerta que da acceso al baño. Es un pequeño cubículo cuadrado, dónde está la pica de lavarte las manos y las dos puertas de los aseos, masculino y femenino. Como el de las chicas está ocupado (raro, ¿no?), me toca esperar, en un espacio de dos metros cuadrados, con dientesblancos, que me da conversación...

- ¿qué tal, cómo está?
- (¿qué tal, cómo estoy? ¿¿en el baño?? pues, cómo voy a estar... ¡meándome!)  bien, gracias... ¿y usted? (pero ¡¿por qué le pregunto cómo está?! si no quiero darle conversaciónnnn...)
- bien, gracias. Qué, ¿le gusta el día, no?
- (¿el día? pues no ha sido uno de los mejores... ¿el clima? ¿se referirá al clima?)  sí, se está muy bien en la terracita...
- ah, claro, le gusta ¿eh?  (sonrisa ultraProfident)
- (¿soy yo o le veo una connotación sexual a esa frase? Rosita, ¿quieres salir del baño de una vez?)  sí, sí... se está genial al solecito...  (¡¿por qué lo digo todo con diminutivos?!)
- ya... ¿usted dónde vive?

¡¡¡¿Cómooo?!!! A verrrrr.... ¿¿¿me está preguntando un tipo en el baño que dónde vivo??? Si ya me parece raro que haya un tío en el baño, y más raro que me dé palique en un sitio tan íntimo, que encima me pregunte dónde vivo.... Sólo he visto algunas señoras que mantienen limpios los baños y te piden la voluntad en algunas áreas de servicio y en algunos museos... ¿¿pero en un restaurante?? y, sobre todo, ¡¡no te hablan!! ¿Qué va a ser lo próximo que me pregunte: "Quiere que entre con usted a sujetarle los pantalones"?

- no, no, yo vivo fuera de Barcelona...

contesto atropelladamente, y, para mi fortuna, se abre la puerta, sale mi compi y puedo salvar el culo, nunca mejor dicho. Una vez dentro, pienso: ¡ostras! ahora cuando haga pis, se oirá el chorrillo... porque se oye, chicos del mundo, por si no lo sabíais, cuando meas, se oye el ruido del chorro desde fuera. En fin, yo a lo mío.

Cuando salgo, voy a lavarme las manos, y dientesblancos me abre el grifo y me da papel para secarme. Veo que en la repisa hay un platillo con monedas (aaaahhh, claaarooo), un bote de desodorante, creo que Axe, y otro bote que no he logrado identificar, creo que de colonia. No sé vosotros, yo, he flipado. Ya puestos, que hubieran puesto una ducha, gel, sales de baño, gomina, espuma, un secador del pelo, albornoz, zapatillas y que el maromo Profident te hiciera un masajito al salir...

Y es que, como os decía, el mundo de los lavabos es todo un Universo por descubrir. No entremos en detalle de las condiciones higiénicas en que se encuentran algunos, eso, quizá, en otro post; hablemos sólo de distribución y logística. Los chicos no nos vais a entender, pero, alguna vez, por piedad, probad a orinar en cuclillas, con el culo en pompa sin tocar la taza; las bragas, en los tobillos, que no te puedes abrir demasiado; los pantalones, también en los tobillos, pero arremangaos hasta las rodillas para que no se manchen, ya que el suelo siempre está asqueroso; si llevas falda o vestido, subido por la espalda hasta la cabeza, o hecho un churro bajo el sobaco; el bolso, colgado, tirado también a la espalda para que no se moje ni moleste (¡cualquiera lo deja en el suelo!); el trozo de papel higiénico en una mano y la otra aguantando la puerta, que siempre tienen el pestillo roto... Y si es invierno, y llevas medias enteras... pffff... ¡¡¡¡Y si tienes la reglaaaaa!!!! Te cambias la compresa o el tampax en esa postura y cuando sales del baño está el representante del Circo del Sol esperándote para ofrecerte un contrato.

La situación puede empeorar si encima es uno de esos baños que han metido en sitios inhumanos, de 80 x 80 cm., en los que cerrar la puerta es imposible: o se abre la puerta o entro yo, las dos cosas a la vez, es físicamente inviable. La ventaja es que, una vez has conseguido cerrar la puerta subiéndote a la taza, te puede quedar una mano libre para cambiarte la compresa, porque el picaporte lo aguantas con la boca, como te queda tan cerca... Algunos son tan pequeños (como el de la siguiente foto), que, mientras cagas, aprovechas para ir lavándote la cara, los dientes, depilarte las cejas... Eso sí, cuidado al agacharte para recogerte las bragas, no sea que te provoques un traumatismo craneoencefálico... a ver cómo se lo explicas luego al residente de urgencias...



Otros, en cambio, son tan grandes, aprovechando ya que también los hacen para minusválidos, que te ponen el rollo de papel a dos kilómetros de la taza. Lógicamente, te das cuenta una vez que has hecho pis... Lo que sucede entonces es para grabarlo: a) rebuscas en el bolso un paquete de kleenex, procurando mantener el equilibrio de todos los elementos, cuál mujer orquesta, o b) empiezas a hacer el baile de la gotita, esto es, das pequeñas sacudidas en cuclillas para que caigan todas las gotitas posibles, y te acercas, cuál Tyrion Lannister o jorobado de Notre Dame, lo que prefieras, con el culo en pompa y las piernas arqueadas, unidas por las bragas en los tobillos, hasta que alcanzas el papel, a la velocidad del rayo, para no gotear demasiado...

Luego están los que fomentan la intimidad... algunos incluso mixtos, promoviendo las relaciones sociales, de pareja, la igualdad...




Los ecológicos, en contacto directo con la naturaleza y el aire libre, fomentando la comunidad vecinal...



...o como este, dónde puedes donar tu muestra de orina a las facultades de medicina para que practiquen cómo hacer analíticas (prefiero pensar eso a imaginar que rellenan garrafas de "limonada" para el botellón)




Luego están, en el otro extremo, esos que parecen cualquier cosa menos un cuarto de baño...




Y qué decir de los ultramodernos, esos en los que los grifos, la cadena, la luz, el secamanos... todo va con sensores, que te pasas diez minutos adivinando cómo funcionan las cosas y piensas: con lo bien que me vendría ahora aquí dientesblancos...

El summum ya, son esos que te limpian los bajos con un chorrete, tienen un sistema para calentar la taza... sólo les falta que aparezca un japonesito por debajo a hacerte un cunnilingus...




En fin, podría seguir rato y rato escribiendo sobre las cosas que se encuentra uno en los baños. Y si vas con niños, ¡ya no te cuento! Mi hija es especialista en visitar baños públicos, no hay ningún establecimiento que pisemos, en el que no vaya al baño. En vacaciones, hace la ruta de los baños de las áreas de servicio... ¡no os podéis imaginar!

Conclusión: que, de casa, hay que salir meado.

Yo sólo espero no acabar en un baño como el de esta última foto, ya que soy una de esas que está diciendo todo el día:  ¡tengo tanto trabajo, que no tengo tiempo ni de ir al baño!  jajajaja



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