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miércoles, 21 de octubre de 2015

El cumple de las dos manos llenas

Hace ya casi un mes fue tu cumple, el de las dos manos llenas, un día importante para ti. No he tenido tiempo de escribir antes sobre ello, y eso es lo que pienso continuamente: cómo las cosas cotidianas sin importancia me comen el precioso tiempo que debería pasar contigo. Ya no me pides que juguemos, cansada de oir que estoy ocupada, y la culpa me devora por dentro como si fuera ácido.

Te me vas. Te me escapas de las manos como agua cristalina y no me doy cuenta. ¿En qué momento has crecido tanto? Te miro dormir desmadejada y me sorprende ver que prácticamente ocupas toda la cama... ¿quién eres tú y qué has hecho con mi bebé? Pienso a menudo en el día que "hagas el cambio", ¿qué sentiré? ¿qué sentirás tú? ¿qué te puedo decir?

Estás guapa, guapa a rabiar. Explosiva. Cariñosa, simpática y divertida. Y rebelde. Sobre todo, estás rebelde. Aún no te toca, pero lo estás. Y estás mayor. Preocupada ya por cosas que tampoco te tocan, como los chicos, los pintalabios o si la ropa que llevas te combina. Preocupada por mí, siempre preocupada por mí... Mami no te canses... ¿Estás bien? ¿Seguro que puedes hacer esto?

Veo tu melena rubia desaparecer entre el mar de cabezas a la puerta del colegio y me invade una sensación de bienestar y de paz que nace en mi esternón y navega por mis pulmones, llenándome de vida, llenándome de ti. Decir te quiero ni se acerca a lo que siento por ti.

Vuela, mi amor.

Quisiera protegerte eternamente, ahorrarte cualquier sufrimiento en la vida. Quisiera congelar un momento de tu sonrisa, y quedarme abrazada a ti, meciéndonos para siempre, como hacemos cada noche cuando me pides subir a la falda después de cenar. Un abrazo tuyo es el mejor bálsamo que conozco, una sensación indescriptible cuando los poros de mi piel absorben tu amor y tu calor.

Sé feliz. Sé libre. Sé tú.

Tienes la suerte de haber nacido en un país occidental, civilizado, dónde (en general) tus derechos se respetan y puedes hacer con tu vida lo que te plazca. Aprovéchalo. Sé lo que quieras ser. No te dejes pisar ni arrastrar por nadie. No dejes que ningún hombre, jamás, te falte al respeto en cualquiera de las infinitas formas de hacerlo. Respétate tú en primer lugar.

Y sobre todo, hija mía, no dejes nunca de quererme, porque ese es, con diferencia, el peor mal que mi mente puede imaginar. Acéptame con mis debilidades, mis errores y mis necesidades, como la madre imperfecta que soy, y tal vez, algún día, me enseñes a mí a hacer lo mismo.


1 comentario:

  1. Preciós!!! Aprofita al màxim aquests moments i no pensis el que vindrà, ni t'ho pots arribar a imaginar, així que "carpe diem". Ja es veurà

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