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viernes, 27 de noviembre de 2015

¿Black Friday? ¡Negra, me tenéis!

Venga, ya se ha instaurado una nueva ¿costumbre? norteamericana en nuestra sociedad. Por si no tenía suficiente con ver como Halloween ha noqueado a La Castanyada, o como mi sobrina, catalana que vive en Alemania, celebró ayer el Día de Acción de Gracias (ojiplática me he quedado) , tengo que aguantar que, desde hace tres de años, me bombardeen por doquier con el Black Friday de las narices. Que ya no es "Friday", porque aquí lo hacemos a lo español, y entonces, ¿pa' qué conformarse con reducirlo al viernes y online? No, hombre, no... Black Friday del 26 al 29 de noviembre. ¿Eso no sería una Black Week? Mejor no damos ideas, que en algún escaparate ya lo he visto.

Y por todas partes. Voy por la calle: en cualquier sitio, un cartel, gigante o modesto, en el que se han gastado miles de euros, o escrito a mano, da igual: ¡aprovecha!, 2x1, 30% descuento... Pongo la radio: "...no te pierdas la oferta de Black Friday bla bla bla". Abro el Facebook: ahí están los banners. Leo la prensa: ahí están los anuncios a página completa. Busco en Google: ¡¡holaaaa!! Soy el Black Friiiidaaaay... Mecagonlaputa. ¿Es posible que alguien no se haya enterado? No lo creo. Está en todos los rincones de nuestro país. En todos.


Blas, el del mercadillo de los jueves, también tiene derecho a hacer promociones... :-)
 

Lo que también hacemos a lo español es lo de engañar al pueblo... ¡ven, aprovecha grandes descuentos! Lo que no te voy a decir es que hace un mes que subí los precios para luego dejártelos como estaban, o incluso más caros, y que tú te fundas la tarjeta y encima, contento.

Porque esa es otra. No se llama "Black" por casualidad. El negro es el color de las catástrofes, de lo oscuro, de las noches sin estrellas o los túneles sin salida. De los cuervos. Premonitorio. Porque eso es lo que va a pasar con tu cuenta corriente: ¡una catástrofe! Ah, no, es que yo aprovecho para hacer las compras de Navidad y luego ya no compro nada más... (por cierto, qué casualidad que el Black Friday sea justo un mes antes de unas fechas tan consumistas. Seguro que es puritita casualidad. Como también es puritita casualidad que se haga el último fin de semana del mes, justo cuando te han ingresado la nómina y justo antes de que te carguen la hipoteca y demás gastos). Pero vamos a ver... tú y yo sabemos que ahora vas a comprar un montón de cosas que no necesitas y en los 30 días que faltan para Navidad, vas a seguir comprando cosas que no necesitas...

- Huy, ¡mira! ¡las botas Pacoapellidomolón que lleva la topdeturno!

Ay, no, perdón, que ahora lo que se lleva son las blogueras...

- Huy, ¡mira! ¡las botas Pacoapellidomolón que recomienda MariPuri en su blog!
- Ostia tía... pero es que valen 350 €...
- Yaaaa tíaaaaa.... ¡¡¡pero es que antes valían trescientos cin-cuen-ta-y-u-no!!! ¡me las tengo que comprar!

- Pero Manolo... ¿¿¿dónde vas con otra tele???
- ¡Mira! ¿A qué mola? Una SuperCurve de 60 pulgadas, HD, Full XD, MSD, SD, SDSD y supermegaSD... ¡sólo 5.000 €!
- ¡¡Pero si ya tenemos tele en todas las habitaciones de la casa!!
- Ah... Bueno... ¡pos pa'l baño! Pa' ver El Chiringuito mientras cago...

Locura en estado puro

Lo triste de todo esto es cómo nos manipulan, qué poca capacidad de pensar y decidir que tenemos en realidad... ¿libres? hasta cierto punto. Pero muchas cosas se te acaban imponiendo por presión social, para no ser, o tú o tus hijos, el rarito de turno, como lo de celebrar Halloween, por ejemplo. Me encanta América, muchas de sus cosas. En especial, tiene dos inventos maravillosos, magníficos. Supremos, diría yo: las patatas y el cacao. Peeeero...

Detesto el Black Friday (como las rebajas, por cierto). Todos a comprar como borreguitos, que es lo que somos. ¿Que alguien dice que se lleva la barba guarra hasta el ombligo, en la que se acumulan más de 20.000 bacterias? Pues venga, un montón de tíos guapos estropeando su cara con semejantes pelambreras. ¿Que a alguien se le ocurre remangar las perneras de los pantalones, rollo pescador? Pues venga, qué más da que hayan 3 grados de temperatura azotándote las canillas... Bueno, como podéis imaginar, podría seguir así cinco posts más... El caso es que este día, hay que comprar. Porque si no, eres tonto (como el del famoso slogan). Es necesario que compres y así ahorrarás. Y así, aunque en realidad no necesitas nada, empiezas a pensar qué puedes comprar para aprovechar. Son maestros de generar necesidades.
Estos son de la familia de Manolo

Y luego está el contraste. Familias que no llegan a fin de mes, desahucios, gente pidiendo en la calle (cada vez más), gente que muere en el mundo por desnutrición o falta de agua... con la que está cayendo, el terror y la barbarie acabando con los derechos humanos, la vida de las personas y la paz de las familias, como si estuviéramos en plena Edad Media... y otros, en cambio, nadando en piscinas de dinero, cuya máxima preocupación es ver en qué se lo gastan... o aquellos otros que se gastan lo que no tienen... Se esperan más de mil millones de euros en ventas, sólo en España. Impresionante. Supongo que una parte se puede explicar por una compra emocional, mientras me gasto dinero en cosas que no necesito, pero que me proporcionan un placer efímero e inmediato, no tengo que pensar y/o ver toda la mierda que hay a mi alrededor...

Ni un euro mío. De momento (tengo que decirlo así, por si acaso) no he sucumbido, ni pienso hacerlo. Y no es que me parezca mal que exista este día; entiendo que los comerciantes lo que quieren es vender. A esta moda se apunta todo hijo de vecino, desde las grandísimas cadenas, hasta el panadero de la esquina. Si hasta mi prima, que tiene una tienda de colchones, ha hecho una oferta... Normal. Seguramente yo también lo haría. Tampoco me parece mal que la gente se pueda ahorrar un dinerillo. De hecho, esta tarde he ido a la óptica a renovar mis gafas y, juro que no lo he hecho a propósito, me he encontrado que allí también había la promoción de las narices, y resulta que me he ahorrado 50 euros. ¡Pues bienvenidos! (¡anda! Pues ya sí que he contribuido... cachissss). De lo que me quejo, es de la falta de escrúpulos de los que conciben estos maquiavélicos planes comerciales (no los comerciantes de a pie, sino los peces gordos que se sientan en la mesa del Pronto) y de la falta de criterio de la gente que compra de forma compulsiva; ambos bandos encajan como un puzle en la satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenadas; cuál los geles frío y calor de Durex.

1 comentario:

  1. Ai Yol!! Et dono de tota la raó. És el capitalisme en estat pur. Però mira la part positiva: coincideix amb el gran recapte d'aliments!!! A veure si la gent se sent una mica "culpable" quan surti de fondre's la targeta i aporta menjar i es superen les expectatives.

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