Todos tenemos una tiabuena en nuestro círculo social.
No me refiero a esa guapa con la cara de plástico, el cuerpo de escándalo y la autoestima en la estratosfera. Hablo de esa que es tan guapa que ni siquiera lo sabe. Esa con la que da vergüenza ir por la calle porque es el blanco de todas las miradas: lascivas, curiosas, pervertidas, sucias, cariñosas y de envidia, mientras ella te va parloteando sin enterarse siquiera que la miran.
Te hablo de esa que tiene el pelo de anuncio, aunque se lo lave con el champú de litro del Mercadona. Esa que se lo recoge con un boli Bic y se le escapan los mechones más sexys del mundo. Esa que mordisquea absorta el tapón del boli mientras trabaja, y tú la miras y dices te empotraba ahí mismo, contra el ordenador.
Me refiero a esa que tiene las proporciones tan perfectas, que parece que la ha dibujado Miguel Ángel. La que desayuna un buen bocadillo o su croassant de chocolate, nada de mariconadas light. La que no engorda ni aunque se hinche de panceta, tiene la piel de seda, y nunca le salen espinillas, ni granos blancos, ni manchas rojas. La que no hace ejercicio, ni falta que le hace, porque está más prieta que los tornillos de un submarino. La del ombligo perfecto y la talla 38, que le quedan igual de bien los jeans de Armani que la bata de guatiné. La que va a la playa y no se le pega ni un gramo de arena. Que sale del agua con los pezones al viento, el triángulo bamboleante y el peinado mojado sexycasual (no tropezando y con los pelos pegados a la cara como salimos tú y yo).
Te hablo de la hijaputa que, además de ser rabiosamente guapa, es buena gente. Esa que se acuerda de tu cumpleaños, la detallista, la que siempre te hace un favor, pero de corazón, la buena compañera de trabajo. Esa que tiene la sonrisa perfecta, siempre presente, para ti y para todo el mundo. La que es amable con la gente mayor y con los animales, la que te cede el asiento en el autobús y colabora con ONGs.
Esa que, además, es lista, inteligente y competente y lo demuestra sin dejarte en evidencia. La que sabe de casi todo, que lo mismo te habla de política, que de medicina, te hace una receta de cocina o te cambia una bombilla, te enseña a hacer scrap o te da nociones de cómo entrenar a un perro. Sin soberbia. Con naturalidad. Esa que, cuando se pone a bailar en la pista, detiene el mundo.
Me refiero a esa que despierta pasiones entre hombres y mujeres por igual, sean de deseo, de admiración, de ternura o de envidia. Esa que no pasa desapercibida. Esa que da tanta rabia. Esa a la que, como mujer, cada día de tu vida quieres matar. Esa a la que, en realidad, quieres odiar pero no puedes.
Me refiero a esa que, cuando me canse de ser gordibuena, seré yo... jajajajajaja.
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