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jueves, 30 de abril de 2015

Un día de mierda

En esta entrada, y por petición popular, os rescato algo que escribí el año pasado en Facebook. Hechos verídicos 100% de lo que viene siendo un día de mierda...



 
Buenas noches amig@s. Esto es lo que se llama un SUPER DÍA DE MIERDA. Aviso, sentaos a leer porque es larguito, como dice mi amiga IB, hago monólogos, pero es que estoy calentita, calentita... Además, lo que os cuente lo tenéis que poner en el contexto de mi fatiga crónica y encima con la regla. Vamos allá.

Suena el despertador a las 6 después de no haber pegado ojo en toda la noche. Bueno, hasta ahí nada nuevo. Me paso 15 minutos planchándome el pelo, ya que el alisado que me hicieron me quedó hecho una mierda y ayer me tuve que pasar otras 5h en la pelu repitiendo la operación desrizado. Vale. Voy a coger el bus y viene hasta los ojos de gente, de manera que tengo que ir de pie, con tacones, muerta de calor, y haciendo malabares con la chaqueta, la bufanda, el bolso, la bolsa de la comida... Me paso el trayecto cagándome en tó y sopesando la posibilidad de pedirle a un mocosete si me cede el asiento. Finalmente llego a Barcelona. Me sentaré en un banco, pienso, como voy con tiempo...  ¡Ja! Todo mi puto recorrido en obras y ni un banco dónde sentarse. 1 km. con tacones hasta la oficina. Total, que llego, ya llevo 2h en danza y sólo son las 8 de la mañana. Vale, me digo, calma

Empiezo a trabajar y a media mañana un ejército de retortijones me lleva en volandas al baño, se ve que no tenían nada mejor que hacer. La descripción de la mezcla del resultado de los retortijones con la menstruación, me la voy a ahorrar. Soy piadosa. Vuelvo a mi sitio, amarilla y macilenta, y tengo la sensación de que todo el mundo me mira raro pensando: sí que has tardado, ¡¡tú estabas cagando!!, ¡¡pues sí!! ¡¡¡y mucho!!!! La mañana transcurre entre orquestas estomacales y un frente soviético que han montado el ordenador, la impresora y el teléfono, que me han declarado la guerra y aún se están riendo de mí.  Vaaleee. Bonito día para pasarlo en Barcelona hasta las tantas... Porque por la tarde quiero ir a una conferencia sobre fatiga crónica, bonica soy yo, aunque me esté muriendo...

Sobrevivo a la mañana. Como (al menos, eso bien) y como premio a mi día de mierda decido saltarme la dieta y tomarme un delicioso chocolate caliente en una acogedora cafetería mientras leo Tormenta de Espadas. Juas juas. El camarero, Mr. Antipatía s.XXI, me dice que el chocolate "va a tardar", que yo creo que aún está recolectando el cacao; me digo, bueno, mientras tanto, leo, como tengo tiempo... ¡el Ebook sin batería! Bueeeeeno... pues navego por el móvil... que tiene 50, 40, 30, 20% de batería... que se me ha muerto también.... Vaaaale, relájate. Intenta entender la conversación en inglés que tienen los de atrás mientras te traen el chocolate... ¿¿Chocolate?? Agua sucia de fregar los platos. Que no me lo he tomado. Yo. Chocolate. No me lo he tomado. Yo. Empiezo a estar un "pelín" cabreada, no sé si me seguís...

Total, que como estoy cerca del trabajo, me subo para poner a cargar el móvil, como tengo tiempo... Mientras tanto me peleo con la página web de TMB, muy intuitiva ella, para ver cómo puedo llegar al centro cívico dónde hacen la conferencia. Que peor combinación no puede haber. ¡Coño, que me tengo que ir!  Y el móvil cargado al 10%.

Me bajo en la parada de metro dónde supuestamente tengo que andar sólo un poquito, y dónde, supuestamente, he memorizado cómo llegar... ¿Por dónde era? ¿dónde estoy? no reconozco nada... Mejor enciendo el Google Maps... ¡oh! la batería se acaba, ¡¡cómo no!! Así que le pregunto a 100 o 500 personas dónde está la puta calle Piferrer, y resulta que el centro cívico se lo van llevando con una cuerda... que p'aquí, que p'allá, que  uy, todo lo que has subido, ahora lo tienes que bajar...  ¡¡¡!!!2 o 3 km. caminando, con tacones, sudando... no-no-no-no...¡¡mi pelooo!!  Cuando me rindo y decido que me voy a mi casa, encuentro el precioso centro cívico (media hora tarde) y descubro que en realidad es un spa, porque dentro es una sauna (¡¡¡¡mi peloooooo!!!!), donde tengo que permanecer de pie porque no hay sitio. Ah, una conferencia sobre fatiga crónica donde los asistentes tienen que estar de pie. Todo muy normal... La que habla es una doctora, que luego me entero que es de la unidad de estafadores que corre por ahí, que interrumpe la charla dos veces porque la están llamando al móvil sus hijos... ¡¿¡¿perdón?!?! ¿¿Dónde coño está la cámara oculta?? Adolescentes, dice. Ella habla sobre fibromialgia, que su opinión me da la misma confianza que Eduardo Manostijeras poniéndome una lentilla. Al ponente que iba a hablar sobre fatiga crónica le ha salido una urgencia y no ha podido venir. Oh my God, yo me voy. 

Cojo el metro, L5, sólo funciona un tramo y sí, habéis adivinado, no funciona la parada dónde me tengo que bajar. Me empiezo a reír como una loca y la gente me mira raro, no me extraña. Me bajo en la siguiente para hacer transbordo a la L4. Después de un pasillo maratoniano, llego al andén de la 4 y ¿¿qué?? ¡Muy bien! ¡¡¡Gallifante para vosotros!!! Tampoco funciona un tramo, justo dónde me tengo que bajar... Así que, vuelta para atrás, riéndome ya como sólo lo hacen los desquiciados...
Resulta que todos los miércoles hay una manifestación en contra de la subida del transporte público y no tienen otra forma mejor de protestar que saltar al andén del metro y todas las estaciones del centro quedan anuladas.
 
Salgo a la calle a buscar un autobús, que no sé ni dónde estoy. 1 km. más, con tacones. Llega un autobús, hasta los ojos, por supuesto, y tengo que ir enroscada en el gozne de la puerta hasta mi destino (por suerte el conductor es un encanto y me da charla y buen humor). Finalmente llego a la parada del autobús que me trae a casa (ese en el que paso tan buenos momentos), dos minutos después de que se haya ido, ¡¡¡y 38 minutos antes de que salga el siguiente!!! Tengo que hacer cola de pie, con tacones ¿os acordáis?. Cuando subo, me desmorono en el asiento y pienso que no es posible que sobreviva un minuto más, tengo calambres en todo el cuerpo, pienso  venga, ya está, vamos a casa, cierra los ojos y relájate... y empieza un supermegapijo con voz de barítono a hablar por teléfono con su madre, que nos hemos enterado todos de la superfiesta de cumpleaños que le está preparando a su superhija Chantal, con un superpastel con dos composiciones diferentes, que no sé qué coño serán las composiciones, pero que ha tenido muchísimo cuidado de que sean igual de tamaño que el superpastel de Cuca para que no tengan envidia.... lo-ma-to...

Así que, arrastrándome como una babosa, llego a mi casa, a las 10 y cuarto de la noche, dónde por suerte me esperan mis tres amores que me cuidan, me miman y me arropan, pero... mientras desfallezco en la cama, y J me quita los putos tacones, A me prepara un colacao cercano a la temperatura volcánica, pobret! Candy, la coneja, se ha vuelto a quedar embarazada psicológicamente y se lleva toda la ropa que encuentra por la casa a su escondite; y yo, que necesito vaciar todo esto que me ha pasado hoy, al menos en clave de humor, me pongo a escribirlo en Instagram desde la cama en mi puto móvil conectado al cargador y al Wifi... y cuando ya lo tengo casi todo escrito, después de casi una hora (¿habéis probado a escribir un texto largo en un mini recuadro de 5x2?) va y se pone a actualizarse el Instagram... ¡hala! ¡Jódete! Pantalla en negro y se pierde toooodoooo lo que había escrito....
 
Así que, por mis huevos que me he levantado, he encendido el ordenador, y como me llamo Yolanda que hoy no me acuesto sin escribir esto. Porque no sé qué coño pasa hoy, si son los dioses, el destino, el karma, los astros, o qué, pero si alguien me está enviando un mensaje, que sepa que no me está llegando, que estoy demasiado cansada y que creo que, por hoy, me he ganado la cama...
 
 

2 comentarios:

  1. LO RECUERDO!!!!!! Fue de los primeros post que leí tuyos!!!! ANTES DEL BLOG!!!

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  2. Yo también lo recuerdo, he estado sufriendo de nuevo todo el trayecto y, además, con tacones

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