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viernes, 30 de octubre de 2015

Escapada a Navarra

Hoy, ordenando fotos, he rescatado estas de mi escapada a Navarra de este verano y he pensado que os lo tenía que contar.

Una de las mejores cosas que tiene el que tus hijos se vayan quince días de campamentos, los dos a la vez, es que J y yo podemos hacer una escapada de unos días en pareja, tan necesaria y vital como el aire que respiramos. En una ocasión, finalizando una de las charlas que doy en una guardería, una mamá me decía que para ella era impensable dejar a sus hijos con nadie para marcharse con su marido, ni siquiera a pasar un fin de semana o a cenar una noche. Pobrecita. Al acabar, le di una tarjeta de mi consulta. La necesitaba. Pero bueno, que me voy del tema. Este año nos hemos ido a Navarra, al Parque Natural de Urbasa y Andía, un lugar mágico.

Hoja de Ruta


Día 1: como siempre, pretendiendo salir temprano y acabamos saliendo a las 13h... total, como no hay prisa... Salimos J, Stuart (mi perro), yo y mi amigo Google Maps. Elegimos la ruta sin peaje, como no hay prisa... Nos da la hora de comer en Barbastro. Recomendados por un amigo, paramos en un bar de barrio, de esos en los que no hubieras entrado, el Aragón 33, dónde comemos bien y por poco dinero, aunque estamos a punto de no hacerlo, ya que hemos descubierto que, fuera de la masificación turística, las cocinas se cierran a las tres, incluso en agosto y vacaciones.

Seguimos ruta hacia el destino, el Camping Urbasa, el único que hay dentro del Parque. Se nos hace casi de noche por el camino, llegamos pasadas las 20 h., como no había prisa... Además, el último tramo antes de llegar lo paso un poco mal, ya que, al estar a 2000 metros de altura, pillamos niebla en una de esas carreteras típicas de puerto de montaña, con el desfiladero a un lado, y el GPS se despista y hace que nos pasemos el camping, teniendo que dar un poco de vuelta. Pero bueno, finalmente llegamos sanos y salvos.

El camping tiene que cambiar ya de diseñador de página web, porque no le hace justicia. Es un lugar precioso y tranquilo, en medio de la naturaleza. Verde, como no se puede ser más verde. Eso sí, fresquito. Inicialmente habíamos alquilado una habitación con baño, pero, una vez allí, nos cambiamos a un bungalow de madera que tienen disponible porque nos queda un poco justa. Mirad qué maravilla de sitio...





Bungalows con capacidad para seis personas




Bar restaurante


Zona chill out

Nuestro bungalow
 
 


















Una vez instalados, venga, a cenar, que hay hambre. Nos dice Miguel, de recepción (un señor majísimo), ahí en el bar podéis comer unos platillos combinaos y unos bocadillos muy buenos. Joder. Y tan buenos. Y tan "del Norte". "Platillos" dice... Una va con el chip de los paletos que no salen nunca de su pueblo. ¿Que hay hambre? Pues venga, pedimos unas bravas, un bocata de pollo con queso y pimiento verde y J, que está en plan fisno, una ensaladita. Y cuando aparece la camarera un poco más y me da un jamacuco... Las bravas, en una fuente ovalada que hay, por lo menos, cuatro raciones generosas. La "ensaladita", para seis, lo menos. El bocata... jajajajaja.... el doble de ancho y largo que una botella de Coca-Cola... No, si cenar vamos a cenar bien... ¡¡¡Por Diosssssssss!!! Menos mal que está Stuart...

A dormir. No, cariño, hoy no hay tema que estoy cansada del viaje.

Día 2: hoy toca madrugar. Queremos visitar El Nacedero del Río Urederra y, aunque el acceso es gratuito, está restringido a 450 personas simultáneamente. Las reservas por Internet estaban agotadas, así que toca estar allí a primera hora para asegurarnos de que podemos entrar. Hay que ir hasta el pueblo de Baquedano, dónde dejas el coche en el parquin por tres euros, tarifa única. Llegamos un poco pasadas las 9h y somos sólo los segundos o terceros (¡increíble en mí!), así que podemos entrar.

Atravesamos el pequeño y encantador pueblo, que tiene un antiguo lavadero muy chulo, y en seguida llegamos a la reserva natural. 
 
 
Casa - Baquedano
Antiguo lavadero - Baquedano


















Si digo que es un sitio precioso y espectacular, me quedo corta. Se trata de un sendero de unos 5 km. que discurre a través de un bosque frondoso, verde y fresco, bordeando el río Urederra que, en las pozas, tiene el agua de color azul turquesa. Es un lugar mágico, y todas las fotos que os pueda poner no le hacen justicia. El baño está prohibido, lo cuál es una auténtica pena, pero supongo que tanta belleza no resiste el incivismo del que los humanos hacemos gala.


Entrada al Nacedero del Urederra

Poza - Nacedero del Urederra

Poza - Nacedero del Urederra

Poza - Naedero del Urederra

Poza - Nacedero del Urederra


Poza - Nacedero del Urederra

Poza (y truchas) - Nacedero del Urederra


El camino tiene un desnivel de unos 200 m. y se tarda aproximadamente tres horas en hacerlo, pero para mí es demasiado, sobre todo desde la tercera poza al nacimiento en una roca de la montaña de Urbasa, dónde el terreno es más pedregoso y escarpado. El lugar dónde nace el río en sí no tiene mucho encanto comparado con el resto, así que sólo os recomiendo hacer el esfuerzo de llegar hasta allí si estáis en buena forma física o no tenéis ningún problema de movilidad. Tardamos cinco horas en completar el recorrido. Cuando llego abajo, estoy agotada y he hecho un verdadero sobreesfuerzo que sé que voy a pagar caro. Pero las imágenes que llevo todavía en mis retinas valen la pena.


Nacimiento del río Urederra

Volvemos al camping y nos pegamos una buena siesta. Al atardecer salimos a pasear por los alrededores, dónde disfrutamos de un maravilloso y relajante paisaje y de la calma absoluta, sólo interrumpida por los sonidos de los animales que pastorean libremente por doquier.




















Cenamos de nuevo en el restaurante del camping, dónde me pido un plato combinado, hoy me lo he ganado. El "escalopín" que me ponen mide palmo y medio, y si no, mirad la foto y juzgad vosotros mismos las proporciones con el resto de alimentos del plato (sí, el pimiento y el huevo son de tamaño normal. Las croquetas, no. Son transcriogénicas).




A dormir. No, cariño, hoy tampoco, estoy muerta, como comprenderás...

Día 3. Hoy no madrugamos y nos lo tomamos con calma, ya que tenemos previsto visitar el Bosque Encantado, que lo tenemos a unos 300 m. del camping. El día amanece gris y con niebla, tanto fuera como dentro del bungalow: la regla, que tiene vida propia, se me ha adelantado una semana, supongo que por el esfuerzo de ayer. No, cariño, no va a haber tema en toda la escapada... :-)

Pensamos que el bosque no será muy bonito de ver con esta luz, así que cogemos el coche sin saber muy bien a dónde ir, aunque tenemos un mapa turístico que nos indica varios sitios que visitar. Cogemos ruta de nuevo hacia el sur, hacia el Nacedero, y paramos en el Mirador del Balcón de Pilatos. Se trata de la misma montaña donde nace el río, pero por la parte de arriba. Hay un desfiladero impresionante, ¡que da un yuyu asomarte! No hay ningún tipo de valla o protección, así que si tropiezas o te quieres poco, te vas a buscar setas dos mil metros más abajo. Damos un rodeo y J disfruta como un niño pequeño viendo a una mamá buitre y a sus crías en el nido.


Balcón de Pilates


Vista panorámica (conmigo en medio) - Balcón de Pilates

Continuamos camino hacia el sur, hasta Estella (o Lizarra, como se llama en vasco), donde llegamos cerca del mediodía. Paseamos por el casco viejo y seguimos las huellas que indican que forma parte del Camino de Santiago. Vemos también el río Egara y, con el calor que hace, Stuart se baña en un repecho... ¡Afortunado! Comemos unas tapas y unos pintxos en la terraza de un bar (normalito todo) y de vuelta al camping, a descansar.


Río Egara - Lizarra
 
Iglesia


Stuart :)






Calle de Lizarra

Al atardecer emprendemos camino hacia Vitoria, ya que es viernes y creemos que habrá marcha y movimiento. No creemos mal: cuando llegamos nos encontramos con la sorpresa de que están en fiesta mayor, así que... ¡movimiento a tope! Después de unas cuántas vueltas intentando averiguar dónde está el casco viejo, conseguimos aparcar en todo el meollo... ¡eh! Y sin zona azul... jajajaja... A esa zona de Vitoria se la conoce como "la almendra", porque sus calles tienen esa forma. Paseamos, nos comemos unos pintxos de escándalo y nos dejamos embrujar por el buenrollismo que se respira en general. Allí la gente vive la fiesta mayor a tope, sale en collas o comparsas, no sé muy bien cómo deben llamarse, cantan, tocan música, y la mayoría de gente sale a la calle vestida con el traje típico regional.





Colla - Fiestas Vitoria
Fiesteo - Vitoria

Venga, otro día más. A dormir...

Día 4. El sábado amanece helado y con mucha niebla, así que decidimos que tampoco vamos a ir a ver el Bosque Encantado, no sea que nos salgan unas cuántas almas por ahí... (después de leer la Trilogía del Baztán no las tengo todas conmigo...).


Temperatura a casi las 12 de la mañana del 8 de agosto


 

  
Así que decidimos ir a pasar el día a Pamplona. Paseamos por su casco antiguo, por la mítica Calle Estafeta y su curva, de los encierros en San Fermín. Es bonita, aunque hace fresco para ser agosto. Hay turistas sin ser algo agobiante. Nos comemos unos buenos pintxos, en especial uno que descubro de berenjena y queso de cabra caramelizado, que me hace babear y jadear de gusto hasta un punto peligrosamente indecente.


Calle de Pamplona

Pintxos - Pamplona
 
Calle Estafeta - Pamplona

También pillamos fiestas, así que la gente está en la calle, tapeando, tocando música, bailando. Conversando. Sin móviles en la mano. Bueno, sólo los turistas que hacemos fotos. Hablando de fotos, y para ser fiel a mis costumbres de que siempre me pasen cosas, se me llena la tarjeta de memoria y no tengo dónde vaciarla, así que hacemos la ruta en-busca-de-una-puta-tienda-dónde-comprar-una-tarjeta-de-memoria, que empieza en la calle Estafeta, da cincuenta vueltas al casco antiguo, pasando unas seis veces por la calle Estafeta, y termina en El Corte Inglés.

Finalmente, con mi flamante tarjeta de 32 Gb (¡¡venga, a ver si ahora te llenas, cabrona!!) me paso más de media hora para conseguir tomar una panorámica de un encierro sin gente. Parece que me importaran algo los toros... pero la escultura era bonita.


Escultura del Encierro - Pamplona

Buscamos a San Fermín, y lo encontramos, pequeñito, dentro de una urna, encastado en una pared. También pisamos la relativamente pequeña plaza dónde cada 7 de julio se agolpan cientos de personas para ver cómo lanzan el chupinazo.


Catedral - Pamplona



   
San Fermín



Plaza del Ayuntamiento - Pamplona
 


Algunos acabamos muy cansados...
:-)

Vuelta al cámping y a momir...








Día 5. El domingo toca vuelta a casa, ¡qué remedio! Pero antes de salir, logramos ir por fin al Bosque Encantado. Me despido con esta maravilla de fotos y recomendándoos este viajecito, sobre todo para esta época del año (finales de octubre - principios de noviembre) en que, por lo visto, se viste de otoño y se pone aún más precioso.