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martes, 24 de marzo de 2015

Los calçots están sobrevalorados


Tengo 44 años y, hasta el domingo pasado, nunca había probado los calçots, lo confieso. Cuando lo comentas, la gente pone la misma cara que si le acabaras de decir ¿sabes qué? Yo fui quién mató a Kennedy.  Claro que esas caras no son nada comparada con la que ponen cuando les digo que no bebo alcohol…

Suele empezar así…
- perooo, porqué te sienta mal ¿no?
- no, no, es que no me gusta
- (cara de marciano) que no te gusta como te sienta...
- no, es que no me gusta el sabor, ni el olor… no me gusta, simplemente (¿te lo deletreo?)
- entonces, ¿no bebes nada? (con ese cuento a otra, guapina)
- no
- ¿nunca? (¿te crees que soy idiota?)
- no (pfffff)
- ¿ni cerveza? (¡me lo está diciendo en serio, la tía!)
- no (jooderrrrr)
- ¿ni una copita de cava? ¿en fin de año? ¿en las bodas?
- no, no, nada de nada... (¡esta tía es tonta!)
- ¿ni en tu cumple? ¿ni una sangría? ¿un vinito, con una buena cena? (¡esta tía es tonta!)
- que nooo, nada. (¡y no tengo antenas!)
- ah... (mirada con los ojos entornados, escáner al canto: zsumm zsumm...)

A lo que iba. El domingo fui a mi primera calçotada. Para los que no lo sepáis, una calçotada es una reunión gastronómica, en la que los amigos quedan para comer calçots, que no son más que una variedad de cebolla, algo parecido a una cebolla tierna, que ya de entrada dices… ¿un grupo de gente queda para comer cebollas? ¿los restaurantes de media Catalunya se vuelven locos y se forran porque la gente va a comer... ce-bo-llas?  Nooo, es que el truco está en la salsa, me dicen. Ah, bueno.
 
Los calçots se hacen a la brasa, y luego se comen mojados en salsa de romesco, que la verdad es que está muy buena. Y suerte del mejunje, porque si no, eso no hay quién se lo coma. He de decir que están bien, pero no matan. Los calçots están sobrevalorados. Ahora bien, he descubierto porqué tienen tanto éxito. Y es que el sexo tiene mucho tirón.
 
Para empezar, previo a la fiesta, me mandan por wasap (muy cachondos mis colegas), las instrucciones para comer calçots. Las miro y pienso, el paso 1 es tope erótico, fijaos en esa mano izquierda, qué delicadeza... Luego, in situ, me asesoran: cógelo con las dos manos, aprieta la punta, con firmeza, pero con delicadeza, con la otra mano estiras hasta que se pele... muy bien, ahora, lo mojas en la salsa, y te lo comes, abriendo muy bien la boca, aaasí, como si fueraaa... ¡un espárrago! jiji jaja jojo juju...
 
Los calçots van y vienen, salen de su envoltorio de periódico para ir directos a las gargantas (que digo yo, ¿es que saben leer?). El vinillo también. Yo, la Coca Cola. Y la gente empieza con la conversación subida de tono, con alusiones implícitas, picardías, dobles sentidos... Qué bien lo haces, para ser la primera vez...
 
La cosa mejora aún más cuando salen las alcachofas. Yo, que no son santo de mi devoción (puesto que son de color verde), siempre las había visto comer de hoja en hoja, que, a ver, tanto trabajo para un churrepetoncillo de nada... es como si estuvieras deshojando una margarita gigante para que al final te salga "no me quiere", mecagontotusmuertos... Pero entonces llega T, y nos enseña una nueva manera de comer una alcachofa: la coge con las dos manos, con igual o mayor delicadeza que la mano izquierda que sujetaba el calçot, se la acerca a los labios, los pone en posición boquilladeaspirador y... empieza a succionar... chuiiiic chuiiiic... los mofletes para adentro, los ojos para afuera, una cara de deleite y fruición... Y lógicamente, todos los demás nos empezamos a partir de risa, y empiezan los chistes y chascarrillos sobre su vida sexual:
 
- Anda I, ¡que con razón estás tú tan delgada! (a su mujer)
- No, si ya se te ve tan contenta... ya decía yo que esa sonrisa era por algo...
- Joder T, ¡cómo todo lo hagas igual!
- Es que así le saco todo el jugo y luego me como tó lo tierno...
 
Yo, mientras tanto, me tiro más a las sardinas, que, a la brasa, y con su aceitito, ajo y perejil, están de vicio. El aire lúdicofestivosexual  ya no nos abandona, de hecho, hasta las nueve de la noche. Y no deja de maravillarme lo a gusto que me encuentro en una reunión con gente con la que aún tengo poca confianza y lo a la ligera que hablamos las personas de sexo, especialmente alcohol mediante.
 
Hay un tipo, JM (JM el calvo, porque de 6 hombres, 2 se llaman JA y 3 JM; originales, ellos), digno de la Paramount Comedy. Se pasa 4 horas contándonos anécdotas. Me hace reír tanto que me duelen las costillas y el esternón. Con él aprendo, entre otras cosas, que hay preservativos que recogen hasta los testículos, que los penes de color son rasposos y que algunas mujeres tenemos galletas Oreo en lugar de pezones. Dice que es comercial y que es capaz de vender cualquier cosa. Me lo creo.
 
Y me siento como en casa. En un solar al que llaman Villa Caca (habéis leído bien), pero que está totalmente acondicionado, con su chimenea y todo. Zarrapastrosa y en chándal, como a mí me gusta estar, vamos, y no como las divinas A e I, (sí, sí, las mismas del Zumba)... que la canción "Antes muerta que sencilla" la escribieron pensando en ellas... pero, ¿¿a una calçotada no hay que ir hecho unos zorros y con babero??  les pregunto.  ¡Pero si vengo de lo más normalita!  me dicen. No las quiero ver a estas de compras...
 
 
Así que nada, sigo pensando que los calçots están sobrevalorados. Pero los buenos ratos con los amigos, no tienen precio.

1 comentario:

  1. Per a mi no estan sobrevalorats, m,encanten. Pero estic d,acord amb tu en què són una bona excusa per passar una bona estona amb els amics.
    Com sempre genial!

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