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lunes, 7 de noviembre de 2016

Los psicólogos no damos en cámara

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Hay un tema que siempre me ha llamado la atención, y es cómo aparecemos los psicólogos en las películas o series de televisión. Con honrosas y escasísimas excepciones, acostumbra a ser un personaje ridículo y, por supuesto, incompetente. Me pregunto si es la pequeña venganza de guionistas con muchos problemas personales que llegaron a odiar a sus terapeutas.

No sé... no os voy a hacer aquí una revisión exhaustiva, pero, por ejemplo, el personaje de Judith Becker, en la popular serie La que se avecina. Esta psicóloga no sólo incumple todos y cada uno de los códigos éticos y deontológicos de la profesión, sino que ¡¡yo creo que transgrede hasta los que no se nos ha ocurrido prohibir!! Atiende a vecinos, amigos y conocidos en el salón de su casa, se acuesta con los pacientes, se salta constantemente el secreto profesional, miente, manipula o da consejos en beneficio propio o de terceros, a veces no cobra las visitas... eso por no hablar de su personalidad: altamente inestable, dependiente, inmadura, con baja autoestima, voluble, promiscua (eso, en realidad, daría igual :-) )... Si os apetece ver un interesante reportaje en el que la propia Cristina Castaño analiza su personaje, aquí os dejo el enlace. Y que conste que, como espectadora, tanto la serie como el personaje  me encantan, me parecen muy divertidas.

Pero, como psicóloga, es algo que me molesta. Porque proyecta una imagen muy distorsionada y negativa de la profesión. La gente, en general, tiene mucha "culturilla" psicológica y mucha incultura del psicólogo. Voy a tratar de explicarme.

En cuanto al primer aspecto, lo que quiero decir es que, la psicología, al tratar de comprender al ser humano, se humaniza, se generaliza, se diluye y se vulgariza. Todo el mundo "entiende de psicología": a ti lo que te pasa es que... lo que deberías hacer es... este está deprimido... esta está loca...  Se habla con ligereza y sin conocimiento de los problemas psicológicos, ya ni decir de algunos profesionales que trabajan de cara al público, léase peluqueros, esteticistas, camareros... que te sueltan aquello de: es que yo, por mi trabajo, tengo mucha psicología... que no dudo, ni por un momento, que han desarrollado al máximo sus competencias en habilidades sociales, que saben cómo tratar a la gente y que aprenden a identificar determinados rasgos de personalidad y cómo gestionarlos... que además, estoy segurísima de que ayudan a muchos y muchas clientes, hasta el punto de mejorar su estado de ánimo o darles buenos (o bienintencionados) consejos... pero, de ahí, a decir que saben mucho de psicología, hay un abismo. Y entiendo que esto pase, vuelvo a reiterar, porque tratamos de entender al ser humano, y como, en definitiva, el que habla también lo es, se identifica. Sólo hay que fijarse que también hablamos muy a la ligera, por ejemplo, de medicina (de la general), cuando nunca se nos ocurriría darle a nadie un consejo u orientación sobre cómo construir un puente, sacar una muela o diseñar un coche, a menos que seas especialista en esos campos.

Y sin embargo, la gente sabe muy poco de lo que es en realidad la psicología o lo que hace un psicólogo. Mucha gente desconoce, por ejemplo, que es una ciencia. Aunque no exacta como las matemáticas, obviamente, sus postulados se basan en estudios científicos realizados con el máximo rigor que permite la variabilidad humana, que no somos máquinas, y por eso en psicología siempre se habla de porcentajes, probabilidades y estadísticas: ha quedado demostrado que el 95 % de las personas que piensan x, tienen este trastorno o problema. Ah, ¿y si yo soy del otro 5%, te equivocas en el diagnóstico? Pues puede que sí. Como la medicina. Así mismo, mucha gente piensa que ir al psicólogo es ir a contarle a un desconocido todos tus problemas y preocupaciones, y que éste te va a escuchar y te va a dar consejos o te va a decir cómo tienes que resolverlos o qué decisión debes tomar. Total, como un amigo, pero cobrando. Y no barato, precisamente. Pues no. Tampoco llevamos bata blanca (salvo algunos a los que los obligan en hospitales) ni recetamos medicación. Y tampoco sabemos cómo eres o lo que te va a pasar con sólo mirarte a los ojos o mantener una conversación contigo.

Y luego hay otro factor que afecta a ambas cosas y que nos hace un flaco favor: charlatanes e incompetentes, haberlos, hay los. Los primeros, los intrusistas, son gente que se hace pasar por psicólogo, de manera directa o indirecta: los autollamados terapeutas (no se sabe bien de qué), tarotistas, maestros, orientadores, sanadores y un largo etcétera. Que hay mucha gente a la que le funciona, sí. Que utilizan algunas técnicas psicológicas, sí. Pero que hay muchos de ellos que carecen de formación, y a veces, de escrúpulos, y que muchas veces hacen más bien que mal, también, también. Los segundos, son licenciados en psicología, pero que, por diversos motivos, no ejercen correctamente la profesión. A veces por falta de formación y experiencia combinados con un excesivo ímpetu a la hora de aceptar casos. Otras veces, por incompetencia manifiesta. Tanto unos como otros, hacen un daño irreparable a la imagen del psicólogo.

Así que, desde este pequeño espacio en el mundo, quiero reivindicar mi profesión. El psicólogo es una persona en constante formación, y no sólo académico-teórica, sino en la esfera personal; es difícil ayudar  a otras personas si eres una persona emocionalmente desequilibrada o inestable. Nuestro objetivo principal es ayudar a que las personas conozcan, primero, y comprendan, después, qué dificultades tienen (sean trastornos o no) para desarrollarse en el mundo, consigo mismo y en la relación con otras personas, para, posteriormente, acompañarlas y guiarlas, con técnicas y estrategias de las cuáles se ha demostrado su eficacia (que no consejos), para que mejoren esas competencias, cambien su comportamiento, solucionen sus problemas o remitan o estabilicen sus síntomas. Es una profesión de gran responsabilidad y, como todas las que reúnen esta característica, suele estar mal pagada.

Por último deciros que, más allá de la imagen del psicólogo sentado detrás del diván, tomando notas en silencio, y de las láminas del Test de Rorschach, podéis encontrar profesionales de la psicología en multitud de ámbitos diferentes a la obvia práctica clínica: por ejemplo, la evaluación forense (periciales) para determinar si un detenido estaba en sus facultades mentales cuando cometió un delito, qué secuelas psicológicas presenta una víctima, la fiabilidad de un testimonio, la mejor opción de guarda y custodia para unos menores, si hay que incapacitar civilmente a una persona, si un empleado es víctima de acoso laboral...; el psicólogo de prisiones, que evalúa a los internos, valora si están preparados para salir de permiso, les aplican tratamientos de rehabilitación, etc.; el psicólogo en la policía, que selecciona y forma a los miembros del cuerpo, contribuye a resolver casos complejos, mejora la organización...; el psicólogo deportivo, que evalúa y potencia los factores y competencias psicológicas asociados al rendimiento en el deporte, la cohesión de equipo...; el psicólogo en una escuela, que detecta y trata las dificultades que pueden presentar los niños para aprender, a nivel emocional, familiar, social...; el psicólogo en el ámbito de servicios sociales, que se encarga de detectar dificultades y situaciones de riesgo en las familias y trabajar con ellas para mejorarlas, y sus compañeros, los psicólogos de protección de menores, quiénes evalúan hasta que punto está un menor en riesgo y, si es necesario, decretan su desamparo y retirada de la familia; el neuropsicólogo, encargado de estudiar qué funciones hace cada parte de nuestro cerebro, tratar las disfunciones cerebrales...; el psicólogo de las organizaciones, que se encarga de trabajar en las empresas, para seleccionar candidatos, formarlos, mejorar los procesos...; el psicólogo de la publicidad, que hace estudios de mercado, colabora en el diseño de campañas de producto...; el psicólogo que hace reconocimientos de aptitud psicológica para obtener o renovar el carnet de conducir, una licencia de armas o para tener un perro de raza peligrosa; planeando sobre todos ellos, el psicólogo que se dedica a la investigación y el psicólogo docente, que enseña los resultados que halla el primero. Y otros ámbitos que seguro que me he olvidado.

Somos muchos y (en general) estamos sobradamente preparados. Respect.

3 comentarios:

  1. muy interesante post en realidad el trabajo que realizan es admirable, precisamente el dia de hoy una Psicologa me ha hecho ver el vaso medio lleno......

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    1. Muchas gracias leon, me alegro de que te sirviera el trabajo de esa profesional :-)

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    2. Gracias, y vaya que me sirvio, a parte es una excelente persona en el ambito profesional digna de admirarse, y la paciencia para darse tiempo y escucharme.... a pesar de que ya habia terminado su jornada laboral y estaba preparando para irse a su casa me escucho.... y estoy infinitamente agradecida con ella.... bueno yo creo que mas mi hijo......

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